En un recoveco del edificio de la Autoridad Portuaria se recuerda con una escondida placa al descubridor malagueño de las islas Hawai
En este arranque de siglo han proliferado las esculturas públicas y las placas conmemorativas, como si los malagueños hubieran descubierto que su ciudad tiene personajes e historias que merecen la pena recordar.
La recuperación del pasado lleva detrás una esperanzadora concienciación crítica y en esta Málaga con una larga historia de demoliciones gratuitas y enloquecidas, el final de la burbuja inmobiliaria ha abierto los ojos a quienes pensaban que todo el monte era orégano «pionero e innovador», adjetivos con los que muchos políticos han bendecido algunos de los disparates autorizados por nuestra Gerencia de Urbanismo.
Una de las placas más necesarias y al mismo tiempo más desconocidas de Málaga se encuentra en un recoveco del edificio de la Autoridad Portuaria. No es que para localizarla haya que emplear el georradar ni salir con un detector de metales playero pero casi. Se encuentra en el lateral izquierdo de la sede pero en la parte interior de una arcada ornamental.
Y aunque esta placa sólo se exhiba para iniciados o para quien se resguarda de la lluvia, por lo menos la Fundación Nao Victoria tuvo el detalle de acordarse en 2009 del malagueño Ruy López de Villalobos, un navegante nacido el mismo año que el emperador Carlos, el 1500.
Además de darse un garbeo por los Mares del Sur, el malagueño puso el nombre a las islas Filipinas, en homenaje a Felipe II y descubrió para los europeos las islas Hawai dos siglos y medio antes que el almirante Cook.
También descubrió para los occidentales las Palaos y hasta algunas islas japonesas como Iwo Jima. Murió a los 44 años en la isla de Ambon, en Indonesia, a causa de la malaria. La Universidad de Cantabria publicó a final del siglo pasado el viaje del navegante malagueño, un escrito de García de Alvarado, miembro de la tripulación.
Otra placa curiosa en terrenos portuarios es la que acompaña el enorme cubípodo junto al edificio del Instituto de Estudios Portuaria, un curioso bloque cúbico para la construcción de diques. La placa recuerda que este invento se empleó por vez primera en el dique nuevo del puerto hace pocos años.
La fuente que ha retornado como un hijo pródigo al cielo abierto del puerto es la que fue retirada en 2007 al eliminarse el jardín lateral de la Autoridad Portuaria para dejar espacio unos aparcamientos.
Después de dormitar durante unos años en unos almacenes, hoy puede admirarse de nuevo en el jardín del Instituto de Estudios Portuarios. La pieza superior de la fuente tiene una inscripción que recuerda que fue donada en 1903 por la señora Juana MacCulloch, viuda del comerciante exportador de vinos Juan Clemens Ramírez «para uso de los marineros y trabajadores del muelle».
Son tres pequeños detalles de las historias que esconden los terrenos del puerto. Por cierto que en el Camino de Antequera existe la calle Ruy López.
Qué interesante!! Siempre nos estas enseñando algo.