La huella imborrable del doctor Gálvez Ginachero

3 Mar

Hasta el viernes puede visitarse la exposición sobre el inolvidable médico malagueño en la casa hermandad del Sepulcro, en apoyo a su beatificación

Han pasado más de 60 años desde la muerte del doctor José Gálvez Ginachero y sigue muy vivo en nuestra ciudad, no sólo por la permanencia de placas, monumentos, el Hospital Gálvez o el propio callejero con la avenida que lleva su nombre sino sobre todo por sus obras.

Su paso por el Ayuntamiento, el Hospital Civil, las obras benéficas, las Escuelas del Ave María o su trabajo en el Asilo de los Ángeles se recuerdan todavía con verdadero afecto y admiración. Pocas personas en Málaga han suscitado tanta unanimidad como este malagueño, hijo de una malagueña y un logroñés de la tierra de Cameros, la misma que nos trajo a los Larios o a los Heredia.

Ya lo intuían muchos de los que lo trataron en vida: «Ya viene San José», decían los leprosos del Hospital Civil cuando el doctor Gálvez acudía los domingos a escuchar misa con ellos, desayunar en su compañía y atenderlos.

Esta fama de hombre bueno, además de su remarcado sentido cristiano, es la que hace más de dos décadas, en tiempos del obispo Ramón Buxarráis, puso en marcha la causa de su beatificación, que fue reactivada a partir de 2002, aunque oficialmente dio comienzo cuatro años más tarde.

Para ayudar a este cometido y también para dar a conocer la figura de este hombre ejemplar, la Asociación Pro Beatificación de Don José Gálvez ha montado una magnífica exposición en la casa hermandad del Sepulcro (tercera planta), que puede visitarse hasta el próximo viernes de 10 a 13.30 y de 17 a 21 horas.

Se trata de una muestra muy completa porque los textos explicativos cubren la amplísima trayectoria profesional del doctor Gálvez como médico y cargo público, así como por los numerosos objetos personales que pueden verse.

Allí están, por ejemplo, sus cuadernos de medicina, sus gafas, múltiples condecoraciones, el crucifijo que sujetó entre las manos al morir o incluso una mascarilla de quirófano que empleó hacia 1918.

Muy singular es también un cuaderno escrito a mano de los años 30 en el que se entrelazan notas profesionales con otras como esta: «Ama a a tus enemigos, procura la caridad con todos».

La muestra también reproduce una estancia de la antigua Maternidad del Hospital Civil en el que el doctor ayudó a tantas madres a dar a luz. Por último, repasa una faceta por la que a veces se pasa de puntillas: su etapa como alcalde de Málaga durante dos años y medio, en la que hubo importantes mejoras de la sanidad pública y el saneamiento y se abrieron nuevas escuelas y dispensarios. Ante las escuálidas finanzas municipales, se sabe que pagó cientos de miles de pesetas de ayuda social de su bolsillo al terminar su mandato .

Para los malagueños católicos el doctor Gálvez es ya un hombre ejemplar y bienaventurado. Queda ahora que el Vaticano confirme oficialmente nuestra certeza.

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