En la calle Héctor Villa-Lobos un cerro con granados, almendros, pinos y acebuches recuerda cómo era el paisaje de esta zona de Ciudad Jardín hace 30 años
Ocurre en todos los callejeros del mundo que, en ocasiones, la persona, entidad u obra homenajeada con una calle choca bastante con el lugar elegido por el Ayuntamiento de turno.
Como pudimos comprobar la semana pasada, la calle La Boheme de Málaga linda con un arroyo-vertedero mugriento en mitad del polígono industrial El Viso y no termina de mejorar la calle dedicada, frente a la antigua Intelhorce, a Agatha Christie. Si acaso, sería un buen escenario para uno de sus literarios crímenes, pues necesita mejorar bastante.
Ocurre todo lo contrario con la calle dedicada al compositor brasileño Hector Villa-Lobos, en la Hacienda Los Montes de Ciudad Jardín. El historiador Manuel Muñoz ha recogido con precisión la historia de esta finca desde finales del XVIII y lo curioso es que de la pareja que compró la finca ha quedado el apellido de la mujer, María Josefa de Montes, mientras que el del esposo, Jerónimo Gutiérrez, no ha quedado rastro en el nombre del barrio, aunque durante un tiempo la finca se conoció como la del Tío Geromo.
Por la Hacienda de Montes pasa el puente más espectacular del acueducto de San Telmo, el puente de los Once Ojos (en realidad tiene diez, porque uno de ellos fue cegado pero llegó a tener trece).
En una foto posterior a 1975, porque aparece la urbanización Santa Teresa –los diez bloques de la barriada vecina de Cortijillo Bazán–, puede verse el puente rodeado de sembrados. En esos tiempos, quizás primeros ochenta, todavía funcionaba la alberca junto al puente, frecuentada en verano por los niños de la zona.
El paisaje ha cambiado mucho. La calle Héctor Villa-Lobos es una de las vías de una urbanización de bloques de moderada altura y el Ayuntamiento acaba de poner jardines al puente.
Queda sin embargo de este paisaje campero una loma intacta, la que está coronada por el instituto Ciudad Jardín de Cortijillo Bazán y que da a la mencionada calle del músico brasileño.
En ella crecen acebuches, eucaliptos, pinos, almendros que ya lucen en flor y también granados; y cuando en días como los de esta semana el viento sopla con asiduidad, de las copas de los árboles sale una musiquilla que haría las delicias del maestro Villa-Lobos .
De las inmediaciones de la acera surgen plantas de gran porte, que diríanse seguidoras de los hermanos Gasol por su talle espigado y en la espesura, en los troncos retorcidos de algunos viejos árboles suben a sus anchas las plantas trepadoras, y todos estos detalles dan a esta singular loma un aspecto de selva tropical o quizás galaica.
Sin haber caído en la uniformidad minimalista en la que terminan rincones de este tipo, un servidor lo dejaría tal cual, para que los vecinos de Ciudad Jardín y las personas que se acerquen a ver el puente de los Once Ojos sepan con qué fuerza el campo hacía de sus anchas en estos andurriales. Y no hace tanto de ese poderío.
Creo que se deben conservar los restos de pinares o jardines que en una época fueron importantes y hoy tan escasos.