Algo ha mejorado esta plaza trinitaria, cruzada por una falla geológica y junto a la que los vecinos piden una zona deportiva en terrenos de la Junta
La plaza de San Pablo, en La Trinidad, es un magnífico ejemplo de espacio desangelado digno de los ambientes previos a esos duelos de película en un poblado del Oeste. Sobre el papel puede quedar perfecto que a la espalda de la iglesia principal de La Trinidad se reserve un espacio que, seguramente, nuestros urbanistas habrán bautizado como «ágora moderna» o vaya usted a saber qué erudito refrito.
Pero uno pasea por esta plaza y concluye que le falta vida. Las palmeritas del centro funcionan de esperanzador oasis en esta plaza-desierto. Y eso que en los últimos tiempos ha habido mejoras. Por ejemplo, se retiró ya la sucesión de bancos sin respaldo (carne de fisioterapeuta). En su lugar se han colocado hace un par de meses modernos bancos con forma de media luna y lo más importante, incluso con respaldo, lo que las espaldas trinitarias lo agradecerán.
Además, también se han instalado unos macetones con árboles que, aunque no se prevé que den sombra generosa hasta la próxima glaciación, al menos se ve la intención municipal de adecentar esta solitaria plaza.
Uno de los inconvenientes, no obstante, es la rica colección de baldosas rotas que alberga. Pero si eso ya es un problema, más preocupante es una especie de falla de San Andrés que atraviesa de este a oeste la plaza, una falla muy sutil, poco perceptible, pero que deja la plaza en dos niveles y lo más importante: el daleazo está asegurado, precisamente por la discreción del accidente geográfico.
Pero no echemos la culpa de todo a la plaza. Parte de culpa de la soledad que transmite se debe a que está rodeada de solares.
Precisamente, justo enfrente de la iglesia, al otro lado de la plaza, se encuentra un solar de la Junta con un cartel que entre otras cosas reza: «La Asociación de Vecinos Trinidad-Centro y la Escuela de Fútbol Base Amigos de La Trinidad reivindican a la Junta de Andalucía este solar para zona deportiva» (la Junta cuenta con tres solares en la plaza).
En realidad, precisaba ayer el presidente vecinal Juan Romero, que tantos años lleva luchando por el barrio gratis et amore, la asociación y la escuela piden a la administración autonómica que uno de los dos solares que hay a los extremos de la plaza se convierta en equipamiento deportivo para jugar al fútbol 7, baloncesto o balonmano.
No estaría de más que la Junta atendiera en esta ocasión a los colectivos de La Trinidad después de haberlos ignorado con los derribos en el antiguo cuartel y convento: nada le habría costado dejar en pie al menos uno de los dos pabelloncitos militares exentos, que en nada molestaban al convento, en lugar de acabar con toda huella militar de forma burda y por supuesto, innecesaria.
Las gestiones, parece, se llevan a cabo en Sevilla. A los niños y vecinos del barrio le deseamos la mejor de las suertes. Será la forma más rápida de llenar de vida esta inmerecidamente solitaria placita de San Pablo.