Las cotorras argentinas están estos días montando sus nidos plataforma en el Paseo del Parque, sobre las palmeras que han sobrevivido al picudo rojo
Lejos de retirarse a sus cuarteles de invierno, las cotorras argentinas estos días los fabrican. Estas aves, que comenzaron a colonizar los cielos de Málaga con el despegue de la Costa del Sol, tienen en esta primera quincena de enero una actividad que ríase usted del pluriempleo.
Con un poco de paciencia y estando ojo avizor, el paseante curioso podrá ver cómo los pájaros no paran de hurgar en la tierra para conseguir palitos de todos los tamaños. El siguiente paso es transportarlos a las copas de los árboles y construirse unas mansiones que pueden rivalizar con las de cualquier acusado del caso Malaya.
Lo podemos ver incluso delante del Ayuntamiento. Llama la atención que nuestro Consistorio sea ajeno a tan claras evidencias de autoconstrucción justo enfrente de sus narices pero así es. Las palmeras del Paseo del Parque más próximas al palacio municipal rebosan estos días de nidos con la misma intención expansiva que el Universo.
La paradoja es que las palmeras canarias que han conseguido driblar la amenaza del picudo rojo –ese bicho exótico con vocación de taladradora vegetal– podrían ver peligrar su físico si continúa la onda expansiva de los nidos. Porque las cotorras argentinas, lejos de conformarse con un nido-estudio –con lo imprescindible para vivir, como por desgracia se lleva en estos tiempos– tienden a levantar construcciones palaciegas desaforadas.
Como ya informó esta sección en su día, lo pudieron comprobar los niños del colegio Ciudad de Jaén, al comienzo de calle Torremolinos, en Churriana, hace unos años. El Ayuntamiento retiró del inmenso eucalipto que monta guardia delante del centro un nido de cotorras capaz de convertir un coche en una alfombra de acero en caso de desprendimiento.
En estos días basta con alzar la vista, ver el trajín del pajarerío y comprobar cómo van tomando forma las notables plataformas arborícolas de ramas, como esa Arboria de los tebeos de Flash Gordon sólo que en miniatura. Y por lo que parece a todas luces, sin licencia municipal. Ojo a las alturas del Parque.
Almendras musicales
Uno de los vendedores con más arte de los que ofrecen almendras en el Centro es un veterano malagueño que tiene su puesto en el último tramo de la calle Granada, junto a la plaza de la Merced.
Entre sus artes comerciales destaca la de ofrecer la mercancía cantando, siempre con algún guiño al cliente como: «No me pongas esa cara que la primera prueba es gratis».
Pero donde riza el rizo es cuando ofrece guiños artísticos del lugar, y siempre con cantinela comercial como «A Picasso también le gustaban las almendras y vivió una jartá de años».
Le deseamos a este afable vendedor muchos años al pie del cañón, y al hilo de la crónica de hoy, más años que una bandá de loros.