Un añadido para llorar, y no precisamente de alegría

9 Ene

A un edificio de Baena Gómez de 1920 de la calle Alcazabilla le ha crecido una protuberancia acristalada de las que sólo se autorizan en ciudades como esta

Era demasiada tentación contar con una calle Alcazabilla libre de coches y a la vez liberada de la presión inmobiliaria. Los malagueños, a grandes rasgos, hemos pasado de poner ladrillos a poner mesas, y en la calle Alcazabilla faltaba a todas luces un hotel con coctelería.

El cóctel –explosivo desde el punto de vista visual, valga la redundancia– ya lo pueden degustar desde hace pocos días: al número 12, un edificio de 1920 construido por el famoso fundador de la Agrupación de Cofradías, Antonio Baena Gómez, le acaban de encasquetar un ático acristalado rematado por un ascensor. El añadido le sienta tan bien como a Messi el papel protagonista de Ocho apellidos vascos.

El indigesto mejunje es un paso más en el veterano proceso de asilvestramiento del urbanismo malaguita, un camino que empezó con todos los honores en la primera mitad de los años 60, cuando un grupo de promotores y constructores del más alto calado moral –auténticos humanistas herederos de Erasmo– lograron tumbar en los tribunales el plan de ordenación urbana de Málaga y nuestra ciudad tuvo que regirse por ordenanzas de edificación de 1902 con terribles consecuencias para casi todos.

Esa lejana Jauja inmobiliaria, pistoletazo de salida de un hermosísimo abanico de desmanes, continúa de forma simbólica con los desmanes de nuestros días. Porque esos pisos de más que le añadieron al hotel Málaga Palacio en los 60 entroncan con el acertado empleo del premiado arquitecto Moneo para que funcione de barrera protectora frente a la desvergüenza de que el hotel proyectado en el Hoyo de Esparteros vaya a doblar la altura inicialmente permitida, demoliciones injustificadas aparte.

Y no olvidemos que el futuro hotel de la calle Alcazabilla con este impresentable añadido tiene al fondo el palacio de la Aduana, que con la excusa de recuperar el tejado perdido en el incendio de 1923, ha visto cómo se le levantaba en realidad una planta más, camuflada de tejado, que ha arruinado de por vida las vistas desde la Alcazaba.

Málaga disfruta, aunque con variados disfraces, de un urbanismo asilvestrado que se prolonga en el tiempo. Es algo impropio de una ciudad respetuosa y seria ¿pero acaso esta lo es?

Málaga, lejos de ser seria y respetuosa con su Patrimonio, ha tomado prestado de Groucho Marx una de sus frases más célebres para que sirva de motor inspirador de la Ciudad del Paraíso del presente y del futuro, como ya lo hizo en el pasado: «Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros».

Que ustedes disfruten del nuevo adefesio de la calle Alcazabilla. Otro más para la colección.

Aparición

En un balcón de la calle Victoria, el pasado 1 de enero apareció una reproducción a tamaño natural de Torrente, el brazo tonto de la ley. Tal cual.

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