Los dos escudos heráldicos del hospital de Santo Tomás, uno de ellos apartado del mundo gracias a una farola, guardan relación con el fundador de la institución
En la última crónica del año se habló de «la impepinable visibilidad de las farolas». En el colegio los niños solían expresarlo de una manera más gráfica: «La carne de burro no es transparente». Se trata de que en la calle Santa María no hubo otro sitio para colocar una farola que justo el que logra tapar por completo uno de los dos escudos heráldicos del antiguo hospital de Santo Tomás, cuya fachada acaba de ser restaurada.
Esta sección se ha puesto en contacto con Antonio Lara, el que probablemente es el mayor experto en escudos heráldicos de Málaga, autor de un precioso trabajo sobre los escudos que todavía sobreviven en numerosas viviendas de la ciudad y que ojalá se pueda publicar algún día.
Antonio Lara nos cuenta que el escudo de la izquierda, el que está libre de farolas, es el blasón de don Diego García de Hinestrosa, regidor de Málaga y el caballero que en 1505 fundó esta institución benéfica y construyó el hospital, cuyo solar lo ocupaba un mesón. Como dato curioso, en los orígenes era un hospital sólo para hombres y no se admitían enfermos incurables.
En cuanto al escudo que los malagueños y visitantes sólo pueden ver si se aproximan mucho a la farola, el de la derecha, según el experto parece que es un blasón que también guarda «relación institucional y familiar» con García de Hinestrosa, con tres flores de lis arriba y debajo, «dos lobos puestos en palo» (en el escudo libre de farolas también aparecen otros dos lobos).
Antonio Lara recuerda, no obstante, que el hospital original del XVI se incendió a causa del terremoto de 1884 y hubo que demolerlo y hacerlo de nuevo (abrió sus puertas con la apariencia actual, de estilo neogótico-mudéjar, a finales de 1892). Por tanto, los dos escudos son del XIX.
Lo que el autor de estas líneas no sabía, y lo señala el experto malagueño, es que en 1932 los dos blasones estuvieron a punto de marcharse con viento fresco porque, por una ley de la II República, se debía retirar toda representación monárquica o religiosa de las fachadas de centros, instituciones y casas particulares.
El patrón del hospital pidió entonces al Ayuntamiento que no acabara con estos dos escudos, petición a la que se sumó un grupo de amantes de la cultura, entre ellos Juan Temboury.
Resulta por tanto paradójico que, después de los esfuerzos desplegados en 1932 por salvar los dos símbolos heráldicos, en nuestros días uno de ellos no puede admirarse por la falta de vista y tacto –y no sabemos si de algún otro sentido– de algún técnico municipal, ignoramos en qué año. En realidad, nunca es tarde para enmendar la situación, sobre todo ahora que la fachada, con la salvedad de una pintada realizada por algún plantígrado, luce renovada.
Cuesta de enero
La incógnita es saber si la cuesta es hacia arriba o hacia abajo y sin frenos.