Regreso a la calle Moratín con todos los olores

2 Ene

Calle Moratín, víspera de Nochebuena 2014

Cada vez que llegan unas fiestas los vecinos de la pequeña calle Moratín deben escalar la montaña lúdica de basura que les instala el Ayuntamiento

El antes y el después de la civilización moderna puede resumirse en una señora que desde una ventana arroja un cubo de inmundicias a la calle. Se trata de una práctica que, en nuestros días, señores y señoras todavía realizan en algunos bloques de pisos de Málaga pero, en líneas generales, es un deporte en franca retirada.

Sin embargo, en algunas épocas del año da la sensación de que, en la pequeña calle Moratín, en el Centro Histórico de Málaga, se llevan a cabo competiciones no autorizadas.

Un vecino envió a este cronista la fotografía de la víspera de Nochebuena en la calle Moratín y les aseguro que Papa Noel, para entrar en ella debió llamar antes a una brigada raticida. Y no parece que los Reyes Magos se libren de la llamada.

El caso es que, desde tiempo inmemorial, nuestro Ayuntamiento tiene la cíclica costumbre de transformar la calle Moratín en un trozo vivo de la Edad Media y en suma, en un pequeño vertedero. Allí que van todos los contenedores que estéticamente sobran cuando se aproximan las Navidades o la Semana Santa y la montaña de basura que se forma es espectacular (en ocasiones supera en altura a la que cada año los escaladores arrojan durante su ascenso al Mont Blanc),

En abril del año pasado ya dimos cuenta de este curioso (y pestilente) fenómeno geológico que en estos días ha vuelto a reproducirse.

Calle Moratín, Semana Santa de 2014

La pequeña calle Moratín, una vía sin salida junto a la calle Granada, tuvo en su momento incluso menos tamaño porque el compás del convento de Santa Clara ocupaba parte, hasta que desapareció con la llegada de la calle Duque de la Victoria, tras las desamortizaciones.

Quizás por estas reducidísimas dimensiones se llamaba calle Ataúd, hasta que en 1876 el Ayuntamiento le puso el nombre del autor español ilustrado.

Pero pocas luces de Moratín y muchas sombras resultan de estas prácticas municipales que tienen a los vecinos con ganas de felicitar las fiestas al alcalde instalando un simbólico cerro de basura en un lugar poco discreto (su salón).

El mismo daño colateral sufren los académicos de la Academia Malagueña de Ciencias, cuya sede se encuentra en esta calle. Si las sesiones se celebran en estas fechas tan señaladas tendrán que alquilar sherpas.

En suma, que Moratín hace tiempo que huyó de esta calle gracias a la estrategia municipal de limpieza y ha regresado, con todos los olores, el ataúd del medievo y del Siglo de Oro.

Es la misma situación que padeció en su día la calle Fresca, felizmente liberada de la roña y que incluso luce ahora, además del empedrado artístico, el lateral recién pintado y enfoscado del Palacio del Obispo. Por eso la pregunta del millón está clara: ¿Nadie puede evitar la formación de este céntrico trastero de porquería?

Que ustedes comiencen el año bastante mejor que los pobres vecinos de la calle Moratín.

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