Cambio en el desierto malaguita de Almería

5 Dic

Los vecinos de la Granja de Suárez han perdido en los últimos años dos amplios espacios polvorientos y hoy se encuentran con esperanzadoras zonas verdes.

Es muy posible que haya visto u oído hablar de la serie Breaking bad (una expresión que significa algo así como Echarse a perder en español). Cuenta las aventuras de un profesor de Química que termina fabricando droga con un exalumno.

El protagonista, el maestro echado a perder, tiene tendencia a mostrarse en calzoncillos, pese a que luce un modelo que avergonzaría al mismísimo Rappel. Los escenarios por los que se mueven profesor y exalumno no son un canto al glamour y en ocasiones los sorprendemos en arrabales de esos que encogen el ánimo.

Esa era la sensación que hace unos años tenía el autor de estas líneas cuando paseaba con el veterano representante vecinal, Antonio Baena, por la zona más transitada de la Granja de Suárez. Lo cierto es que sólo faltaba ese tío de la serie americana en ropa interior, porque el paisaje era tremebundo: matorrales secos y una rica variedad de escombros y piezas de sanitario. Ante tanta desolación, la porquería llamaba a la porquería y los vecinos tenían que soportar una verdadera convención de detritus en buena parte de la calle Padre Martín, la que enlaza el barrio con el vecino de Carlinda y baja hasta la zona del Ciprés y el antiguo hospital Carlos Haya.

Para empezar, hasta hace pocos años los vecinos de la Granja de Suárez tenían que esperar el autobús de línea, el 38 en un escenario del Salvaje Oeste: una media glorieta cuajada de cardos, tierra y coches aparcados de cualquier manera.

Por suerte, la transformación es hoy total: los vecinos cuentan con aparcamiento civilizado, no hay cardos ni tierra y la zona está rodeada de parterres con yucas y plantas diversas. Las cacas de perros, antes tan numerosas hasta casi formar grupo parlamentario, ya no son tantas y la mayoría ha hecho mutis por el foro.

Pero la zona con mayor acumulación de porquería estaba un poco más abajo, en un triángulo en el que los barcos, como en el de las Bermudas, corrían serio riesgo de naufragar por toparse con tanto escombro.

Era un triángulo polvoriento, con algunas construcciones para acopio de materiales y una vegetación muchísimo más pobre que la del desierto de Almería.

Este espacio vecino de la extinta fábrica Salyt –la única gran parcela muerta de la zona que lleva años esperando una solución imaginativa– es hoy un parque muy apañado, con su pérgola con telilla (menos da una piedra), aparatos de gimnasia para mayores, ficus, rosas, palmeras, jacarandas y un parque infantil de gran tamaño.

No hay por tanto ni la más remota posibilidad de que el protagonista de Breaking Bad se dé una vuelta con el atuendo que sea. La Granja de Suárez es hoy un barrio muy mejorado. Felicidades.

Una pregunta guiri

¿Por favor la calle Marqués de Larios?

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