Cada vez que procesiona el Cautivo nunca faltan personas que preguntan si debajo de la túnica hay un ventilador, una leyenda urbana con décadas de historia
La procesión de Jesús Cautivo el pasado sábado, con motivo del 75 aniversario de la primera salida procesional, dio pie no sólo a que los malagueños disfrutaran en noviembre del ambiente cofrade y de su Cristo más popular, sino también al regreso de una de las leyendas urbanas más conocidas de la Semana Santa de Málaga.
Al paso del Cautivo por la Trinidad volvió a escucharse la pregunta de todos los años: «¿Sabéis que el Cautivo tiene debajo un ventilador para que se mueva la túnica?». El caso es que desde hace décadas, todos los lunes santos se deja caer la pregunta un centenar de veces a lo largo del recorrido, así que la salida conmemorativa no iba a ser menos.
Pero no hace falta que Íker Jiménez se plantee abordar tan interesante cuestión técnica. Para este tipo de programas resultan más atractivas leyendas urbanas inquietantes como la famosa chica de la curva, el que Walt Disney descanse en un congelador o que Artur Mas sea en realidad un dependiente de Cortefiel de los años 70 que ha viajado al futuro.
Lo cierto es que no hay ventilador ni tampoco aire acondicionado ni nada que se le parezca en el trono del Cautivo ni falta que hace.
La túnica blanca del Cristo más famoso de Málaga se mueve con tanta facilidad gracias a la tela, llamada piel de ángel, muy sedosa y fina.
Pero también hay otro elemento que ayuda al vuelo grácil de la túnica: está fijada por la parte posterior al corcho del trono, de tal manera que la corriente de aire cuando entra no puede salir por la cola sino que debe dar la vuelta y de ahí ese peculiar movimiento casi continuo, a medida que avanza el trono.
Así pues, se trata de la sencilla participación del aire en movimiento, sin enchufes, aspas o frigorías que valgan. Y qué duda cabe que es uno de los efectos más bonitos y emocionantes de esta imagen a su paso por las calles de Málaga. Feliz aniversario.
El palabro de moda
En el gigantesco baúl de las expresiones retorcidas, kilométricas, oscuras y que persiguen establecer un calculado abismo entre el oyente común y la persona que pronuncia el palabro, se está imponiendo en Málaga una frase especialmente cursi.
Los arquitectos hace mucho tiempo que pusieron de moda eso de «establecer un diálogo» entre su edificio y lo que fuera que estuviera en las inmediaciones. Lo empleaban, sobre todo, cada vez que había que justificar un presupuesto especialmente carero. El diálogo establecido da más prestigio y aumenta el caché.
Ahora, últimamente, no hay político en Málaga que no abogue por «establecer sinergias» por tierra, mar y aire con todo lo que se mueva. En román paladino «establecer sinergias» es cooperar, pero nuestros representantes públicos optan por la expresión más nebulosa y ampulosa.
La treta no es nueva: las pitonisas de Delfos, con sus enigmáticos oráculos, ya hacían lo mismo 2.500 años atrás.