Al contrario que el Guadalmedina, cuya solución aguarda el fin de los tiempos, el arroyo Aceiteros dejará en breve de dividir el barrio de Mangas Verdes
Uno de los hallazgos literarios y periodísticos más exitosos de Málaga ha sido el definir el río Guadalmedina como la «cicatriz» que divide la ciudad.
Ni siquiera Scarface (cara cortada), el sobrenombre de Al Capone, se ha mencionado con tanta fruición en los años 20 del siglo pasado como la cicatriz malaguita, presente en los medios de comunicación de forma permanente y quién sabe si hasta el final de los tiempos.
Cierto que hace bien poco, en 2012, la bienintencionada Fundación Ciedes llevó a cabo un concurso para ver qué hacer con la cicatriz.
Se presentaron propuestas muy sugerentes, se crearon muchas expectativas pero toda esta actuación se encuentra hasta nueva orden en el campo de la ciencia ficción por una razón bien palmaria: no hay dinero para llevarlas a cabo, aunque ahora se anuncia un pequeñísimo paso administrativo con vistas a hacer algo el año que viene, aunque sea simbólico –las elecciones están a la vuelta de la esquina y hay que vender la burra–.
Y sin embargo, si no cicatrices, sí que hay costurones que terminan por desaparecer a un nivel más modesto en nuestra ciudad. Es el caso del arroyo Aceiteros en Mangas Verdes, que recorre la parte alta del barrio y lo divide tanto o más que el Guadalmedina, pues no ha tenido ninguna actuación de mejora como lo tuvo el río de la ciudad en tiempos de Pedro Aparicio.
Se trata por tanto de un arroyo de toda la vida, con su piso de tierra y sus árboles, que pasa a escasos metros de las viviendas.
Y en tiempos de lluvias como las de ayer, un barrizal que obliga a los vecinos a dar grandes rodeos, así como el lugar en el que se desparraman basuras en algún que otro vertedero ilegal que exhibe su rastro de porquería monte abajo.
Este panorama, mucho más desolador que la archiconocida cicatriz, está a punto de dar un cambio absoluto en muy poco tiempo.
En este paisaje de torrenterahan hecho su aparición unos túmulos de hormigón desperdigados por el arroyo. Sí, son tapas de registro. Y un poco más en dirección a la autovía, muy cerca ya de la tremenda cuesta de la avenida de Guerrero Strachan, descansan en la tierra las enormes tuberías que anuncian la canalización inminente del resto del tramo.
Según informa el Ayuntamiento las obras tienen un presupuesto de 140.000 euros y un plazo de cuatro meses, así que es posible que para fin de año esté todo más que listo y los vecinos de Mangas Verdes estrenarán por fin una calle sobre el antiguo cauce.
Las obras incluyen además la adecuación medioambiental y la defensa contra avenidas (en la nota municipal aparece escrito «contra Avenidas», pero no parece que estas obras tomen una postura clara frente a avenidas, calles ni paseos marítimos). Felicidades a los vecinos. Una cicatriz menos. Con respecto a la del Guadalmedina, mejor aprendamos a convivir con ella.
Algunos preferimos q el Guadalmedina siga siendo una «cicatriz» como usted lo llama,porque nos recuerda de cómo era Málaga en el pasado,tan bonita,creada alrededor del rio q atraviesa a la ciudad en sus orígenes,si lo hacemos desaparecer como el arroyo de Los Ángeles, sólo queda el recuerdo en los libros, pero no podremos disfrutar de su maravillosa geografía al igual q hacen ciudades como Brujas o Ámsterdam, q han sabido ser respetuosas y aprovechar su geografía