Málaga y el próspero reinado de los cables

31 Oct

En la calle Álvarez, como en casi todos los rincones de Málaga, los cables tercermundistas del teléfono o la luz dejan constancia de quién manda en esta ciudad

Ya puede gastarse la Oficina de Rehabilitación del Centro lo que no está escrito en resucitar edificios cascados del casco antiguo; ya pueden nuestros políticos echar mano de esa expresión francesa que por las bravas traducen tanto al español: «poner en valor».

Se pongan en valor, en orden o en ridículo, cualquier actuación de rehabilitación y dignificación de edificios antiguos en Málaga se topa con el largo y próspero reinado de los cables.

Quizás el ejemplo más hiriente, por novedoso, se encuentre en la plaza de la Judería. La construcción, que no rehabilitación, del edificio blanco último modelo, sede por cierto de la Oficina de Rehabilitación del Centro, no ha sido obstáculo para que a un par de metros resurjan las guirnaldas de los cables cruzando el cielo de Málaga.

Este pasado verano La Opinión informó del cabreo monumental de los vecinos de Sixto, en la Carretera de Cádiz, cuando descubrieron que una compañía de móviles iba a endosarles una nueva ristra de cables a su fachada, en la que ya no caben más lianas negras ni grapas. Afortunadamente las protestas vecinales dieron su fruto.

El mismo panorama desalentador encontramos en las calles Gigantes, Marquesa de Valdecañas y Álvarez, el negocio urbanístico de un gobernador del XIX con más intereses que muchos políticos de nuestros días.

Toda esta zona parece celebrar el día de los difuntos, con los postes respectivos y los cables negros compitiendo con las nubes. Es imposible fotografiar estas artísticas casas del XIX sin la huella lamentable de una tecnología desfasada.

Y tampoco se libra de esta plaga el convento de las Carmelitas ni los antiguos Baños de las Delicias, de cuyo techo, hoy garaje, cuelga un lustroso cable.

En todo caso, la vivienda más malograda por esta práctica antediluviana es la que hace esquina con la calle Gigantes y Marqués de Valdecañas. Lo que podía ser un soberbio edificio parece una centralita telefónica al aire libre o alguna oficina de Sevillana.

La Gerencia de Urbanismo de Málaga tendrá a lo largo del siglo XXI el difícil reto de ir desterrando o más bien, soterrando, estas prácticas cutres de un siglo tan urbanísticamente enloquecido como el que dejamos atrás hace cosa así de 14 años.

Polvareda en Echegaray

Los bares y restaurantes de la calle Echegaray andan que trinan por las obras en un edificio que, recalcan algunos hosteleros, están perjudicando a sus negocios. La estampa es desde luego neblinosa, porque a la hora del almuerzo, de la mezcladora instalada en la calle se eleva y se esparce una polvareda nada nutritiva mientras los albañiles la alimentan a paletadas.

Los hosteleros consultados piden al Ayuntamiento que exija que estas obras se hagan con algún tipo de cubrimiento que minimice algo unas nubes de polvo que ahuyentan a los clientes.

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