Las cruces malagueñas y el misterio del quinto pino

7 Oct

En las faldas de Gibralfaro, junto a la calle de la Victoria, existía una Cruz de los Enamorados que cumplía el mismo fin que el famoso quinto pino madrileño

Según las crónicas de los madriles, la expresión el quinto pino proviene de una temprana plantación de cinco pinos en tiempos del primer borbón, Felipe V.

Los árboles estaban plantados a lo largo del Paseo de Recoletos, pero el quinto ejemplar se encontraba ya en la continuación, lo que hoy es el Paseo de la Castellana, por entonces casi en pleno campo. Al parecer, los frondosos árboles sirvieron de punto de referencia y de reunión y el quinto pino, por su lejanía, era el utilizado por las parejas de enamorados para pelar la pava sin muchos testigos de por medio.

Otras fuentes hablan de la misma plantación de pinos (cinco) pero en tiempos de Isabel II y por la zona de las Ventas. La idea era la misma, el lejano quinto pino era al que acudían las parejas de novios para sus escarceos amorosos y así, evitar los defensas centrales, en forma de mujeres de confianza de la familia, que solían acoplarse al lado de la prometida para velar por su reputación.

Gracias al incansable trabajo del historiador malagueño Manuel Muñoz sabemos que en Málaga también existían estos particulares quintos pinos. Pero no se trataba exactamente de pinos, que no es que abundaran como ahora en unos Montes de Málaga convertidos en un gigantesco viñedo, sino de cruces de piedra.

De hecho, dentro de los límites originales de la Hacienda de Barcenillas, donde hoy se levantan las urbanizaciones de Barcenillas, Pinosol y el Colegio del Monte, en las faldas de Gibralfaro, existía la llamada Cruz de los Enamorados, parece que muy cercana a la calle de la Victoria. De ella hay constancia documental en el temprano año de 1806 y debe su nombre a que se había convertido en centro de reunión de parejas, con el fin de jurarse amor para siempre y esas cosas.

Manuel Muñoz señala que cruces de la misma época se instalaron en Martiricos y en un extremo del Palo (esta última era conocida como la Cruz de la Legua). ¿Se utilizaron de la misma manera?, por su emplazamiento parece que sí, pero la de Gibralfaro, en un lugar retirado y al mismo tiempo a dos pasos del casco urbano, parece que tuvo mucho más uso y de ahí el nombre que se ganó entre los malagueños.

¿Qué pasó con esa cruz? Nada se sabe, pero sólo hay que recordar la cruz rota de la plaza del Patrocinio, a la entrada del Cementerio de San Miguel ­–la que recuerda a miles de malagueños fallecidos por una epidemia de peste en el siglo XVII– para hacernos una idea de su destino. Rota la cruz, quién sabe si también a algunas de esas parejas decimonónicas se les rompió el amor. Todo pudiera pasar.

En el peor momento

Un conductor malagueño recordaba ayer lunes que el día tiene muchas horas como para pintar un paso de cebra en la plaza de Manuel Alcántara a las 9 de la mañana, con el atasco de tráfico correspondiente.

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