El bulevar, un plató de cine en tecnicolor

30 Sep

Uno de los grandes aciertos de este nuevo paseo de Málaga es el encargo a artistas grafiteros para que hicieran murales de ensueño y de enorme complejidad

La calle Bolivia, conocida como la carreterilla de la playa, el lugar por el que pasaba el tren a Vélez –las vías fueron retiradas hacia 1974 para dejar paso a los coches– cuenta con una comunidad de propietarios que, en 2009, tomó una decisión que mejoró el aspecto general de la calle y la revalorizó.

Los vecinos estaban hasta el moño de que el amplio y extenso muro de la urbanización fuera pasto de las pintadas. El panorama, una enorme pared blanca repleta de firmas de ególatras con spray, era degradante y depresivo. Por este motivo,encargaron al artista grafitero Fernado Irigoyen, entonces con 26 años, que cubriera los 40 metros de largo del muro con una obra que resultó una preciosa alegoría de Málaga, presidida por una pensativa María Zambrano y que tiene muy cerca a Pablo Ruiz Picasso.

Esta experiencia, que también hemos podido ver en la Carretera de Cádiz, en la antigua fábrica de óxidos rojos, ha llegado a su máximo apogeo con el nuevo bulevar que ha dado un cambio radical al entorno de Dos Hermanas y Nuevo San Andrés.

Las empresas adjudicatarias de las obras tuvieron la buena idea de convocar a grafiteros en el otoño de hace un año y el resultado es un espectáculo en tecnicolor, que tiene como enormes pantallas algunas naves industriales del polígono industrial Ronda Exterior.

Si usted no ha paseado todavía por estos andurriales, sepa que se está perdiendo un espectáculo de creatividad e imaginación que podría competir, con todos los respetos, con Hayao Miyazaki, el genio del dibujo animado japonés, autor de una obra maestra del cine (El viaje de Chihiro).

El autor de estas líneas tuvo la oportunidad de recorrer el bulevar en los últimos días de febrero, cuando todavía no se había inaugurado y permanecía cortado. Sólo algunos vecinos lo habían estrenado de forma extraoficial pero que ya entonces ofrecía el aspecto de un gigantesco estudio cinematográfico.

Todavía rodeados de vallas, estos poderosos murales exhibían ya un atractivo indudable con expresiones artísticas para todos los gustos, pues por ejemplo, una divertida y al tiempo tenebrosa orquesta de músicos recuerda a Tim Burton y la barca con un intenso fondo azul marino, que irrumpe en una playa de ladrillo, con dos hermosas jóvenes, una de las cuales guarda en un frasco una ola, parece anunciar nuevos tiempos en la planificación (civilizada) de las ciudades.

En otros grafitis memorables, un personaje con alas destapa lo que parece la caja de los vientos y al lado, la música y el color se funden a los sones de una guitarra. Y qué decir de una ballena-medio de transporte, que lleva a hombros un cruce de personajes entre El Bosco y Moebius o un arrollador tren cargado de fantasía, junto a un impactante mural de cine de posguerra con el lema La lucha continúa….Recuerden el destartalado paisaje anterior a esta obra y disfruten. Ya lo proclama, aunque sea en inglés, uno de los murales: «El ayer es historia». Bienvenidos al cine.

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