La discreción de la calle que es puro requiebro

9 Ago

Espléndida, breve y sin moscas desde hace un número esperanzador de semanas. Así luce la escueta y bonita calle dedicada al canónigo Medina Conde

Entre las calles más diminutas, discretas y cargadas de historia del Centro de Málaga se encuentra la calle Medina Conde.

En realidad, más que calle es un puro requiebro. A un servidor le gusta pasear por ella, ahora que empieza a mejorar su limpieza y no se encuentra cargada de moscas. Quién sabe además si estas no han formado parte de la misma nube de moscas de generación en generación. Pero no será el autor de estas líneas el que las eche de menos y lamente una desaparición histórica. Para evocarlas ya está Machado con sus impagables recuerdos escolares.

Dejemos pues el mosquerío y regresemos al requiebro, que no es otra cosa que la única huella que dejó la puerta de Granada, originalmente con torres almenadas y tres arcos y que en lugar de desembocar en línea recta en la plaza de la Merced, formaba un recodo a la izquierda, es decir que estaba construida formando ángulo.

Un alcalde poco propenso a pensar en la posteridad mandó derribar la inestable puerta en el verano de 1821. Casi medio siglo antes, en 1777, el marqués del Vado del Maestre, de kilométrico nombre Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Pacheco de Portocarrero, ordenaba edificar en esta escueta calle Medina Conde pero asomada a la calle Granada, un precioso edificio con portada de piedra y balcones preñados que es uno de los ejemplos más bonitos de arquitectura doméstica malagueña del XIX, según destaca la catedrática de Historia del Arte Charo Camacho.

En la esquina, una placa ha sobrevivido a todo tipo de desgracias. Todavía puede leerse: Entrada de carruages (sic). En todo caso, hay que imaginar las maniobras que harían los carruajes para acceder al caserón.

Lo discreto de su traza también ha evitado que, por medio de actuaciones semisalvajes, se pierda en todo o en parte el enchinado artístico realmente bonito de la calle.

Sin moscas, con un precioso caserón, cargada de historia… la calle Medina Conde se completa con el nombre del homenajeado, Cristóbal Medina Conde, el canónigo del XVIII apasionado de la Historia de Málaga, autor (con seudónimo) de las Conversaciones Históricas Malagueñas, fuente todavía hoy para muchos investigadores.

Si pueden, den una vuelta por la calle Medina Conde, será tan breve que apenas será eso, un requiebro inolvidable.

Pasaje del terror

Inolvidable, pero porque anuncia su desplome desde hace años y nadie hace nada, es el terrorífico arco de entrada al Pasaje de Meléndez. Si algún día cae, nuestros representantes acudirán con extrema rapidez al lugar de los hechos.

Descanso estival

El autor de estas líneas se marcha, con su permiso, de vacaciones. Cordiales saludos y hasta dentro de un mes.

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