La Real Academia de San Telmo ofrece en el Mupam una muestra de 25 años de obras de académicos: cuadros, esculturas y también actuaciones arquitectónicas
La marcha del palacio de los Condes de Buenavista, por las obras del Museo Picasso, no ha impedido que la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, fundada en 1849, demuestre una vitalidad a prueba de sedes.
Pese a tener que optar por realizar la mayoría de sus actos en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento, estos largos años sin una sede física no han sido óbice, por ejemplo, para que pusiera en marcha un interesantísimo anuario diseñado por Pepe Bornoy y que se puede descargar en su web www.realacademiasantelmo.org. Ahí podemos comprobar, y lo mismo ocurre con el anuario de la Academia Malagueña de Ciencias, que estas instituciones no son el cementerio de elefantes que algunos se imaginan, quizás porque se amparan en la comodidad de las frases echas y les falta curiosidad.
Habrá que recordar además que la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo es, con mucho, la mayor propietaria de fondos del futuro Museo de Bellas de Málaga, institución de la que además fue la fundadora. En cuanto a este museo, aseguran los expertos, abrirá sus puertas en la Aduana algún año de estos.
Desde el pasado 10 de julio, el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga (MUPAM)acoge la muestra Ayer y hoy de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. Se trata de una exposición con una selección de obras de los últimos 25 años de académicos de nuestros días o fallecidos, con la particularidad de que se exponen también los proyectos más notables de los académicos arquitectos.
Así que junto a cuadros y esculturas aparecen, por ejemplo, la restauración de la torre mudéjar de la iglesia de Santiago, realizada en 1999 por Álvaro Mendiola; el Palacio de Ferias de Málaga, de Ángel Asenjo; la reciente remodelación de la calle Alcazabilla de Rafael Martín Delgado o la desalobradora del Atabal, obra de Javier Boned.
Y hay obras notables como Santayana –probable homenaje al filósofo español más desconocido– una de las esculturas que expone José Manuel Cabra de Luna y en la que está presente el colorido geométrico de sus lienzos y grabados.
No se pierdan tampoco Forma de madero de olivo, de Jaime Pimentel, una fusión escultórica perfecta entre arte y naturaleza ni Necios contiguos 2011, de Suso de Marcos, una lección de equilibrio en hierro.
En pintura la variedad de los primeros espadas es total: las criaturas digitales de Pepe Bornoy; la ensoñadora abstracción de Jorge Lindell; los polinizados y cromáticos cuadros de Fernando de la Rosa Ceballos; la crítica social de Francisco Peinado o las hazañas bélicas de Bernardo de Gálvez gracias a Rodrigo Vivar. Merece la pena también detenerse en el doble retrato de Laura de Félix Revello de Toro, acompañado por un friso griego; en el dorado trigal de Manuel Pérez Ramos, así como en la cotidianidad marinera que pinta Pepe Guevara. Hasta el 7 de septiembre en el Museo del Patrimonio Municipal.