Esta sección, como el periódico, cumple 15 años, lo que se traduce en más de cinco mil paseos por la ciudad para ser testigo de una mejora generalizada y algunos ladrillazos
La foto que acompaña la edición de papel, tomada hace unos ocho años, muestra a un sujeto en el que el cuero cabelludo está a punto de dar el canto del cisne. Eso no es nada comparado con la anterior fotografía de la sección, tomada en la primavera de 1999, en la que el sujeto aparece sin gafas y con cierto asomo de flequillo.
En la actualidad, un servidor no puede peinar canas porque no tiene qué peinar. La cabeza es una superficie lisa y pulida sobre la que se podría proyectar una película, a modo de cine de verano.
Hace 15 años, Joaquín Marín, el entonces director de La Opinión, tenía en mente esta sección, una especie de crónica pateada de Málaga que no se quedara en mero buzón de quejas enviadas por los lectores, y en esos casos, que funcionaran como pistas para el periodista.
Si de algo sirve esta sección y en general este periódico, es para constatar que por muchos adelantos tecnológicos que haya, sigue teniendo su hueco el periodismo callejero. Pese a la inundación de gabinetes propagandísticos de prensa, de teléfonos capaces de suplir la inteligencia del usuario y con él de un periodismo pegado a la pantalla del ordenador o del móvil, no hay nada como salir a la calle, ver y comprobar las cosas y contarlas.
Tan fácil y tan complejo oiga. Contar cada día un aspecto de esta ciudad, que aunque grandecita, no tiene precisamente la extensión de Los Ángeles, y todo ello sin dar la cansina impresión de repetirse más que el yogur de ajo.
Y para tratar de lograrlo, un pequeño truco: compaginar las tareas diarias con todas las caminatas que se puedan y que, en ocasiones, dan para un pequeño tramo del Camino de Santiago, como las 3 horas desde la finca de La Concepción al Centro, callejeando por las alturas del distrito de Ciudad Jardín o escapadas cortas pero siempre interesantes para ver las ardillas del Monte Gibralfaro y toparse con tanta acumulación de porquería como la de la funda de un jamón.
¿Y qué balance puede uno hacer de estos 15 años? Pues bastante bueno. La mejora de Málaga es generalizada, aunque quede mucho por hacer, sobre todo en los barrios más masificados. Lástima que, como en tantas ciudades españolas, haya podido más la tentación del ladrillo mal puesto y la demolición de preciosos edificios que una visión más a largo plazo, más culta y civilizada de la sexta ciudad de España.
La demolición del barrio obrero de La Pelusa en la Cruz del Humilladero; el hotel de Moneo; las despilfarradoras macrosedes acristaladas; la tribuna-Godzilla de Semana Santa; la no terminación de la Catedral; los chiringuitos megalíticos de La Malagueta..sí, pero frente a estos errores de bulto, la creciente peatonalización del Centro; el Parque Huelin; el Museo Picasso; la protección de las calles con enchinado artístico; la apertura del Puerto a la ciudad; el renacimiento de la calle Andrés Pérez; la recuperación del Cementerio de San Miguel; la mejora de plazas y rincones de La Palma-Palmilla… Aquí seguiremos contándoselo con un poco de humor. Muchísimas gracias.
Pues si Alfonso, llevas toda la razón, en que es muy gratificante pasear por tu ciudad, y ver todas las cosas buenas que se hacen, pasear por calle Larios, por Alcazabilla, Cister, aunque desgraciadamente sigue haciendo falta mucha educación civica en la misma, tanto a los ciudadanos como a los politicas que permiten que se destruyan rincones que eran la verdadera esencia de la ciudad, como la Plaza del Obispo, que aunque muy bonita, solo sirve para que los bares la ocupen con sus terrazas, etc, etc…