El bosque prehistórico, al alcance del malagueño

14 Jun

En la prolongación de la avenida de Andalucía se está criando una mullida parcela de la que muy pronto saldrán tigres con dientes de sable

¿Cómo eran los bosques de la Prehistoria?, desde luego no eran jardincitos japoneses. Los paleobotánicos suelen dibujar helechos del mismo tamaño que el ego de Berlusconi y unos árboles rarísimos, con forma de plumeros despeluchados.

Avanzar por estos bosques debía ser incluso un reto para Frank de la Jungla, el desnortado aventurero de la tele, sin contar con las sorpresas animales que podía deparar salir a por tabaco.

Pero, ¿cómo representarnos ese mundo perdido? Casi todos los documentales americanos, en lugar de usar mapas y testimonios geológicos, prefieren echar mano de actores con luengas barbas metidos en cuevas.

Siempre aparecen tallando piedras como posesos mientras les envuelve un artístico claroscuro. Lo más que se les ve son borrosos perfiles recortados por una hoguera de campeonato. Vamos, que no se ve un carajo.

Pero, por muy bien que actúen, no pueden hacer de helechos o el espectador creerá que está viendo una función infantil. ¿Cómo recrear pues un bosque de la Prehistoria?

La Málaga Film Office, la oficina que presta las calles de Málaga para que se puedan rodar películas y anuncios de bingos (de todo hay en la viña fílmica), podía tomar nota de una zona salvaje que pondrá los pelos de punta a todos los aficionados a la Prehistoria.

Hablamos, cómo no, de una parcelita abandonada a la buena de Dios en mitad del scalextric de carreteras, pasada la Comisaría de Policía, en la confluencia de la avenida de Blas Infante con la avenida de Valle Inclán. O para que se sitúen mejor, a espaldas del Carrefour Alameda.

Se trata de una pradera bien mullida pues la hierba puede llegar a cualquiera hasta la cintura, salvo a Pau Gasol. Esta perlada de palmeras menudas y cabezonas. La mayoría luce un imponente cascajo de ramas secas y el aspecto general es el de un espacio ajeno a Málaga y en concreto a la Málaga de 2014.

Ahora bien, si observamos bien este paisaje extraño y exótico, a nadie sorprenderá mucho si entre el follaje aparece un tigre con dientes de sable, un mamut (con sofoco, claro) o uno de esos barbudos de los documentales americanos.

Estamos, sí, ante un decorado perfecto para las recreaciones teatreras del National Geographic o del canal Historia sólo que aquí el despliegue técnico saldría más baratito. Los equipos de rodaje tienen además el Carrefour a un tiro de piedra (tallada, se entiende). El único problema sería rodar en estas fechas, con estos calores crecientes y todo ese bosque prehistórico reseco. Los actores, envueltos en pieles pero descalzos, como manda la tradición, necesitarían, eso sí, una manguerita de Parques y Jardines para no volver a casa con el sueldo y una lipotimia.

Y si alguna administración se aviene en cortar y regar este bosque perdido mejor que mejor, aunque el invento de los documentales acabe antes de empezar.

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