Las cotorras argentinas y sus nidos tamaño parque temático se han convertido en una estampa tan típica como estruendosa de Málaga
Casi 90 años después de la introducción de las palomas en Málaga, a imitación de Sevilla y Venecia, la capital de la Costa del Sol tiene a gala concentrar uno de los núcleos más numerosos de cotorras argentinas de España.
Existe una leyenda urbana, quizás basada en hechos reales, que habla de una primera suelta de cotorras argentinas, de una pareja primigenia, en la zona limítrofe con Torremolinos por algún guiri bienintencionado que adquirió estas aves como mascotas y luego las soltó, allá por los 60. Era de cajón que estos Adán y Eva de las cotorras vivieran en la Ciudad del Paraíso.
Hoy son legión, no tanto porque desciendan de estos primeros liberados sino también por la costumbre de seguir comprando estos animalitos para luego soltarlos con viento fresco.
El Ayuntamiento se encarga de retirar decenas de nidos al año porque, como las cotorras tienen la costumbre de compartirlos, los nidos se transforman en auténticos Algarrobicos arbóreos, como el que estaba posado en un viejo eucalipto a la entrada de Churriana, frente al colegio Ciudad de Jaén. La roca gigante que perseguía a Indiana Jones con aviesas intenciones en la primera entrega era una canica al lado de este nido.
Convenciones de cotorras hay en toda Málaga pero por mencionar algunas muy llamativas y estruendosas, si se dan una vuelta mañanera por el Parque Litoral se encontrarán una marea de cabezones verdes calentándose con los primeros rayos de sol.
También es llamativo, y se escucha desde Melilla, el frente marítimo de la plaza de las Palmeras, delante de la playa de las Acacias. En muchos momentos del día no se escuchan ni las olas.
Existe además un jardincito pegado a la barriada 25 años de Paz, en la calle Isla Cristina, en el que conviven en perfecta armonía las palomas y las cotorras. La clave quizás está en que estas primeras se lanzan con más rapidez a por los mendrugos de pan que les lanza la gente. Las espabiladas aves se colocan entonces sobre la pequeña valla de hierro que circunda el jardín y con una pata se llevan la pitanza al pico.
Las cotorras se han asentado con creces en nuestro paisaje. Uno de los muchos problemas de disfrutarlas en nuestra ciudad es su costumbre de despertar al personal con sus cánticos, que no son precisamente los de María Callas.
Las cotorras son exóticas, son persistentes, son un incordio, son nuestras y los guiris les hacen muchas fotos, con lo que constatan que Málaga es una avanzada europea del Caribe. Luces y sombras de unos pájaros que han venido para quedarse. Si no se lo creen, echen un vistazo a los árboles.
Fútbol y urnas
Si todos los que ayer vieron el partido acudieran hoya a votar tendríamos la participación más alta de la historia de España. Suerte.