
El Ayuntamiento traslada de sitio el tren de contenedores que colocaba en esta artística, estrecha y fotografiada calle y la convierte así en un atractivo turístico
La época de los calores en Málaga es la mejor para apreciar cuándo a un edificio le quedan tres telediarios. El alza de las temperatura hace a su vez de termómetro urbanístico y casi se puede predecir cuándo una vivienda será declarada en ruina y convertida en papilla.
Es algo que muchos malagueños pudieron contemplar, por ejemplo, paseando hace unos quince años por la extinta Judería de Málaga. En sus modestas proporciones, este conjunto de callejuelas contenía una de las mayores colonias de moscas de Europa.
Falta un estudio amplio que relacione el mosquerío con la declaración de ruina, pero lo que aportamos aquí no son elucubraciones sino datos empíricos, si acaso equivocados: a más moscas, mayores oportunidades para los asustaviejas, al menos en la época gloriosa del boom malaguita inmobiliario, una explosión de la que seguimos sin levantarnos.
Ahora entenderán ustedes la preocupación de un servidor al detectar hace unos días un denso mosquerío en la calle Fresca, la serpenteante senda con enchinado artístico junto al lateral del Palacio del Obispo y que une calle Santa María con Salinas.
La nube de moscas, ¿acaso significaba que las excavadoras iban a hacer acto de presencia y a dejar la zona como la tundra?
Continuando con el método empírico, un servidor detectó entonces la causa del mosquerío, que nada tenía que ver con viviendas echadas a perder sino con el tradicional tren expreso de contenedores que solía acumularse en esta estrecha y preciosa calle, cuya belleza mermaba, justamente, por tantos kilos de basura.
Y si el firmarte escribe que «solían acumularse» es porque el Ayuntamiento ha tenido el acierto de trasladar los contenedores de sitio, en concreto a la más amplia calle Duque de la Victoria, un movimiento estratégico que propiciará a los turistas el que puedan disfrutar de una callecita mil veces fotografiada, sin que tengan que pasar de canto y conteniendo la respiración al llegar a las bolsas. En su lugar hay una escueta papelera.
El Centro Histórico ha ganado para el turismo una calle típica con empedrado artístico con todos los honores. Y sin moscas.
La cita de la ITV
Un transportista autónomo se ha puesto en contacto para compartir su perplejidad por el aprieto burocrático en el que le ha metido la Inspección Técnica de Vehículos. Al parecer, solicitada la cita en tiempo y forma, como se suele decir, la ITV le ha emplazado a pasarse para la revisión dos semanas después de que a su camión le expire la ITV, con lo que no sabe qué hacer porque si se arriesga a seguir trabajando le puede caer una multa.
Se trata de un aprieto, recalca, en el que también se encuentran otros compañeros autónomos. La multa, por cierto, ¿la paga la ITV o estos conductores atascados en la burocracia?
Respecto a lo añadido sobre la ITV he de decir que se puede pasar ITV antes de que.cumpla. Es decir, sabiendo desgraciadamente que la burocracia en este país es eterna estos transportistas en vez de apurar tanto la llegada del día límite para pedir cita, que la pidan con más antelación. No qué ahora por dejadez suya pueden salir multados y encima quieren que la mukta por su dejadez se la pague la ITV… Claro que si, muy bien.
Con respecto a la noticia del desplazamiento de los contenedores de esa calle es una alegría inmensa, porque dsba asco pasar por allí con lo bonita que es la calle. Acierto en ese sentido.