Una amable dirigente vecinal propone la plantación de chumberas en la primera estribación de Gibralfaro para evitar la celebración de botellones
Una atenta dirigente vecinal del Camino Nuevo escribe a esta sección para proponer una solución defensiva para evitar que el Monte Gibralfaro se convierta, por culpa del botellón, en un cíclico basurero.
Se trataría de una solución vegetal defensiva porque como saben, los botelloneros tampoco es que hagan el Camino de Santiago para alcanzar un punto recóndito del bosque. Armados como van de bolsas con recipientes, muchas veces de cristal, optan por trepar por el primer repecho del monte, en concreto la primera curva tras dejar la calle Mundo Nuevo y santas pascuas. Ahí se acaba la aventura montaraz –entre otras cosas porque no se ve un pimiento– y comienza la del bebercio.
La propuesta de esta vecina para frenar a los botelloneros es plantar chumberas rodeando a los pinos, «para que una vez crecidos, formen una barrera natural impidiendo que entre nadie dentro». Las chumberas, argumenta, crecen muy bien en Málaga y ayudarían a los pinos, al tener agua, y los protegerían.
Es una solución que se puede estudiar, aunque los posibilidades de crear una línea Maginot de chumberas para frenar la querencia juvenil por el gollete la verdad es que son escasas. Y son escasas porque es muy complicado pedir un poco de comprensión para unas nacientes chumberas por parte de potenciales usuarios de la cogorza. En todo caso, habría que pensar en trasplantes de chumberas ya creciditas, aunque el problema es que son unas plantas que un sujeto con urgencia por la juerga gusta de espachurrar con el calzado.
Una solución más efectiva sería crear trampas gigantes en el suelo que envolvieran por sorpresa a los infractores en redes suspendidas de los árboles, una táctica que le fue muy bien a Robin Hood en el bosque de Sherwood.
Bromas aparte, la solución vegetal sí que se podría adoptar en algunos rincones aislados de Gibralfaro para evitar la acumulación de basura. No se trata de transformar el cerro en una fortaleza inexpugnable para paseantes y senderistas sino de ponerle algo más complicado el guarreo antiecológico a los botelloneros.
Funcionó en otro plano con el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente en los jardines de Picasso. Los cactus y palmitos lograron impedir que la escultura siguiera sufriendo actos vandálicos, pero don Félix terminó casi por desaparecer de la vista.
Higos chumbos contra seres chungos… Una estrategia original para sorprender al enemigo. Y no se preocupen por las bajas, los casos más graves, si es que se producen, se curan con unas pinzas y alcohol (ojo, el que no se bebe).
Como los bobbies
Esta semana un turista pedía a dos policías locales que posaran para una foto en la calle Larios. Los agentes accedieron encantados.
Igual que si fueran los famosos bobbies de Londres.