Un vecino de la calle Moratín envía fotos de la montaña de basura que colapsa estos días la calle, donde tiene su sede la Academia Malagueña de Ciencias
Los caprichos del callejero han deparado en Málaga a Leandro Fernández de Moratín una calle que va más allá de la discreción. Es prácticamente inapreciable. Una de esas calles que uno no detecta a no ser que disfrute de visión panorámica.
Los datos municipales nos informan de que el Ayuntamiento, allá por 1876, decidió homenajear al escritor ilustrado con este callejón sin salida junto a la calle Granada. Antes de llamarse calle Moratín tenía un nombre digno de una película de Drácula, la calle del Ataúd, lo que nos da una idea del tétrico papel que ha jugado en la trama urbana. Originalmente además, esta calleja del Ataúd era más pequeña aún porque en parte la ocupaba el compás del convento de Santa Clara, sobre cuyo solar se trazó la calle Duque de la Victoria.
Si ustedes echan un vistazo a los disparatados grabados de William Hogarth del Londres del siglo XVIII, descubrirán que en ellos hay más gente que en la guerra y suele aparecer una mujer vaciando desde una ventana un cubo con inmundicias indescriptibles.
Los vecinos de la calle Moratín tienen la sensación de que el Ayuntamiento, en plan metafórico, les vacía en estos días el cubo aprovechando la Semana Santa.
El pasado martes ya dimos una pincelada de la situación. Ayer martes, un vecino de esta vía, en la que tiene su sede la Academia Malagueña de Ciencias, envió una fotografía explícita de la montaña de basura que la tapona por completo cada noche.
El sufrido habitante, con mucha ironía, informa de que en esta calle viven vecinos y algún menor de edad y se pregunta si no sería interesante un informe científico de la Academia sobre la inmunidad a las infecciones de los vecinos de la calle Moratín, así como otros estudios sobre acceso a personas con movilidad reducida, medidas preventivas sanitarias, de prevención de incendios y de acceso al transformador eléctrico, sin olvidar la anosmia (pérdida del olfato).
La Semana Santa es el momento ideal para acumular todos los desperdicios en esta calle céntrica ninguneada por las autoridades, aunque el resto del año también se emplea como discreto almacén de inmundicias. Las fotos enviadas por el vecino evidencian que académicos y vecinos necesitan ya escaleras para salvar las montañas de basura. Este amable lector, por último, se pregunta y con razón: «¿Algún malvado habitante de esta calle podría sentirse secuestrado o imposibilitado físicamente de acceder a su vivienda, por la que paga impuestos como calle similar a calle Larios por ejemplo?
El Ayuntamiento debería tomar cartas en el asunto. En concreto, todo el mazo. Pobre Moratín.
Inmutable
El Cementerio Inglés ha sido declarado Bien de Interés Cultural, pero como si hubiera sido nombrado Gran Elector de Sajonia. De momento, poca mejoría en el horizonte.