Stargate, la película sobre una puerta intergaláctica, tiene una variante malagueña más modesta y barata entre las calles Jerez Perchet y Jaime Serrano
A mediados de los 90 se estrenó una pasable película sobre el viaje a otra dimensión titulada Stargate, La puerta de las estrellas, en la que aparecían unos extraterrestres vestidos de egipcios que no consta que se dieran vuelta alguna ni por el Teatro Cervantes ni por el Falla de Cádiz, pues pinta tenían.
Para experimentar una sensación tan exótica como alejada de nuestras posibilidades técnicas, el malagueño tiene a su disposición una opción mucho menos compleja y más barata. Sólo tiene que desplazarse hasta la calle Jerez Perchet, en Ciudad Jardín y subir por una desvencijada cuesta que recuerda a la que utilizan en la estación de esquí de Garmisch cada primero de enero, sólo que en este descenso malagueño los esquiadores deberían sortear cacas perrunas, que es lo que más abunda.
Pero, superado este obstáculo, el paseante alcanza una particular puerta de las estrellas, un llano sin urbanizar del que alguna vez nos hemos ocupado. El terreno linda con la calle Jaime Serrano, constructor de varios bloques en la zona e hijo del propietario de Calzados Serrano.
Lo más meritorio de este terrizo es que en él se libra una callada pero cruenta batalla entre la Naturaleza salvaje y los vecinos, que tratan de ajardinar la zona. De momento hay tablas.
En la parte más próxima a la calle los vecinos han plantado geranios y colocado mallas para proteger las plantas. Un enorme cartel informa de que la iniciativa se debe a la meritoria Asociación de Vecinos Nuestra Señora de las Nieves, patrocinada por el Área de Medio Ambiente.
Pero una vez dejado atrás este primer frente ajardinado, nos encontramos con una parcela dividida claramente en dos partes. La de la izquierda sirve de aparcamiento polvoriento y sólo está adornada por un depósito con visos de no usarse desde hace décadas. La estructura, cuadrada y ajada, está enjaezada con pintadas que bien podrían proceder de egipcios extraterrestres, pues muchas de ellas son una especie de jeroglíficos e intrincados dibujos.
Puede que el objeto sirviera de depósito al vecino barrio de Los Casini, en recuerdo de la familia italiana de Saboya de igual apellido que tenía esa finca a finales del XVIII.
Resultan también meritorios los carteles en los que el Ayuntamiento anuncia que no recoger la caca del perro puede suponer una multa de 750 euros. Da la impresión de que todas las cacas se han escapado rodando por la cuesta para escapar de la advertencia.
En cuanto a la parte de la derecha, una hilera de arbustos hace de baluarte de un espacio con hierba mullida sobre la que no suelen faltar casi nunca huellas de algún botellón.
En suma, subiendo por Jerez Perchet entramos en otra dimensión, la de esa Málaga con los barrios a medio urbanizar. Un servidor no les anima a conocer el paraje cuanto antes por una sencilla razón: la cosa va para largo. Así que tienen todo el tiempo de mundo.