Con vistas a la próxima reunión en la escalinata del Ayuntamiento del Málaga Valley, nuestras autoridades harían muy bien en aconsejar a los emprendedores tecnológicos que no emprendieran el camino de la calle Ollerías.
Mayormente por el riesgo de que, atraídos por la decadencia del vecino Pasaje de Meléndez, se les ocurra entrar a echar un vistazo y se les despeñe el dintel.
Hace ya muchas lunas y bastantes primaveras que esta sección más que detenerse en el mal estado de la calle, la observa a prudente distancia, por esa especie de arco de entrada, del que cuelga un inseguro farol y una artística verja de hierro.
En cualquier otra ciudad europea, este precioso elemento arquitectónico sería motivo de rehabilitación. En Málaga, sigue siendo un elemento de desesperación, y este dintel carcomido,sucio y asaeteado de cables, sólo parece esperar a derrumbarse antes incluso de lo que prevén los mayas.
La paradoja es que este pasaje de Meléndez (que no de Melendi), está dedicado a un laborioso cantero de la Catedral llamado Sancho Meléndez que, seguramente, en nuestra ciudad sería testigo de la aparición del Quijote, pues dos años después, en 1607, ya consta que vivía por estos lares.
Gracias al padre Andrés Llordén y su paciente investigación sobre los arquitectos y canteros malagueños también sabemos que cortaba las piedras de la Catedral de una cantera cercana a Teatinos, pero también de La Fresneda y la Sierra de Mijas.
De sus manos salieron, por otro lado, las columnas del patio del convento de San Francisco, y también las del antiguo convento de San Agustín, ese edificio histórico, sede en varias ocasiones del Ayuntamiento, que nuestras sabias autoridades se empeñan en mantener cerrado por los siglos de los siglos.
Y de su mano también salió la portada del Mesón de la Victoria, actual Museo de Artes Populares, así como la iglesia de San José de la calle Granada, demolida por la barbarie inmobiliaria.
Qué ironía más grande que la calle dedicada a un conocido cantero de la Catedral tenga un dintel que, como temen los galos de Asterix con respecto al cielo, está a punto de caer sobre sus cabezas.
Que en todos estos años ninguna comunidad de propietarios, dueño, gerencia, delegación o departamento haya conseguido, instado, obligado a adecentar y fortalecer este arco de bienvenida es un simbólico triunfo de Bartleby, el escribiente nihilista que ideó Melville, y cuya frase para Historia es «Preferiría no hacerlo».
Si Sancho Meléndez levantara la cabeza y viera su destartalada calle y la Catedral inconclusa sacaría brillantes conclusiones sobre la secular desidia malagueña.
El saco
Durante el recorrido por las más relevantes estatuas de Málaga realizado el día 6 por la empresa Cultopía, una malagueña recordó que, tras la inauguración en el Parque de la estatua a Antonio Cánovas del Castillo, emplazada por entonces en el Parque, la polémica obra fue conocida como el saco papas. El tiempo ha ido limando la resistencia estética de muchos malagueños, empezando por las autoridades, que finalmente consistieron en colocar la estatua presidiendo la avenida de Cánovas del Castillo.