El Jardín Botánico de La Concepción cumple en 2014 dos décadas y los últimos 500 metros de acceso, un tramo de la Administración Central, sigue sin aceras
Hace dos años, en noviembre de 2012, esta crónica llevaba por título Dieciocho años con los ineptos de Fomento. Dos años más tarde hay que actualizar la noticia y cambiamos ligeramente el titular, aunque por desgracia el fondo del artículo se mantiene.
Se da la circunstancia además de que hace ahora 20 años que abrió sus puertas la finca de la Concepción, convertida en jardín botánico municipal, uno de los logros más importantes de tiempos del alcalde Pedro Aparicio.
Dos largas décadas, con sus lustros de por medio, no han sido suficientes para poner fin a uno de los asuntos más bochornosos y olvidados que tiene la Administración Central entre manos.
Cierto es que el peso de esta administración ha ido mermando con los años y que la mayoría de las competencias está en manos autonómicas. Sólo hay que ver el cambio de nombre de la máxima autoridad del ramo, que ha pasado de gobernador a subdelegado. Pero precisamente la reducción de competencias debería animar, en teoría, a hacer las cosas bien y con celeridad.
Todo esta introducción se debe a que el Jardín de La Concepción padece de forma indirecta desde hace 20 años el pasotismo del Ministerio de Fomento, negociado que en Málaga se está comportando con una pachanga sólo comparable a algunas exrepúblicas soviéticas del Asia Central.
A este ministerio tan poco ejemplar pertenecen unos 500 metros del Camino Viejo de Casabermeja, que coincide con el último tramo peatonal de acceso al jardín. La línea 2 de la EMT termina cerca, al comienzo de San José y los ilusionados visitantes que desean acceder a pie al jardín se tienen que enfrentar a este peligrosísimo tramo en el que los coches zumban y no hay aceras en las que resguardarse.
Hace unos días el firmante se arriesgó a hacer el camino a pie y pudo ver a una pareja de guiris oteando con preocupación la carretera. A un lado está el muro del psiquiátrico de San Juan de Dios y al otro el quitamiedos del arroyo. Hay un momento en el que el muro da una especie de requiebro y hay que pegar una carrerilla para dejar atrás lo antes posible este ángulo muerto y evitarse un susto serio.
Todos los años hay rumores de una pronta solución del problema –este también–. Alguna vez será la de verdad.
Nuestro alcalde, Francisco de la Torre, que además de ser ingeniero agrónomo echa peonadas en el Senado, podría intentar acabar con esta veterana exhibición de incompetencia de la Administración Central que, al menos en este asunto, no ha logrado sacudirse la modorra ni durante el mandato socialista ni ahora con los populares.
Estamos en el año del 20 aniversario del Jardín de La Concepción y seguimos con un acceso vergonzoso. Hasta que estos 500 metros no pasen al Ayuntamiento no podrá poner aceras ni una iluminación adecuada. En los actos que se realicen este año con motivo de tan magno aniversario, qué menos que unas palabras de agradecimiento a tanto responsable inepto que ha vegetado y vegeta en Fomento.