El enigma de aquellos pescados deliciosos

11 Mar

Nos hacemos eco hoy de una divertida anécdota contada por un famoso malagueño relacionada con los antiguos kioscos del Palo, en la Carretera de Olías

Once años lleva la sección Mirando Atrás hablando cada domingo en este periódico de sucesos ocurridos en el pasado, a veces hace décadas o siglos. La inmediatez informativa no va con esta sección, que en muchas ocasiones saca a la luz recuerdos y testimonios personales que no se tuvieron en cuenta en su tiempo.

El pasado domingo la sección se centró en las fiestas de verdiales que durante los años 50 y 60 se celebraron en los kioscos del Palo, todavía en activo en el primer trecho del Camino de Olías, frente al arco de entrada a la antigua finca del Candado.

Como suele pasar cuando alguien escribe un reportaje, siempre se quedan cosas en el tintero. En concreto, en el tintero se quedó una anécdota realmente divertida vivida por dos amigos que frecuentaban este rincón verdialero del Palo.

El primero de ellos es un malagueño muy conocido y el segundo, un asiduo de los kioscos paleños llamado Paco, un hombre muy atento, pues estaba siempre al quite de los comentarios gastronómicos del famoso malagueño y sus amigos.

Y así, un día hablaban de que el mero era un pescado que tenía que estar buenísimo y a los pocos días Paco apareció por sorpresa con un mero. «Usted no se preocupe que yo se lo preparo», le explicó.

El conocido malagueño, muy apurado, le comentó a su amigo que el mero tenía que haberle costado un riñón pero Paco no le dio importancia y el mero fue la estrella de un agradable almuerzo, acompañado de mayonesa. Del pescado selecto dieron buena cuenta cinco o seis amigos.

Al mes siguiente la estrella de la charla fue la morena, «el mejor pescado que se han comido los romanos», comentaron en los kioscos, y a los pocos días salió a la palestra el congrio. Y cada vez que salía a relucir un pescado, ahí que aparecía Paco con un ejemplar de morena, de congrio o de lo que se terciase.

Nuestro conocido malagueño, realmente agobiado, le pidió entonces a su amigo que le dijera por favor de una vez lo que le debía, pues se iba a arruinar con tanto regalo. «Esto no puede ser», le señaló. Y esta fue la respuesta genial que Paco se sacó de la manga: «No te preocupes porque yo soy empleado del acuario y no tengo más que cogerlos….».
Ni Guzmán de Alfarache lo habría hecho mejor.

Edificios típicos | Marta, una niña de 7 años, pasó hace unos días por delante del edificio de Eduardo Strachan en Hoyo de Esparteros, el mismo que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento han condenado a una próxima demolición.

La madre le informó de que se trataba de un edificio del siglo XIX típico de la arquitectura de Málaga. La niña refutó la información de la madre con este argumento: «Eso no es un edificio típico de Málaga. Un edificio típico de Málaga es El Corte Inglés». Y con 7 años. Da que pensar…

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