La asociación ciudadana Málaga por la Catedral se presenta esta tarde para intentar acabar con más de 230 años de apatía colectiva
La Catedral de Málaga escapa a las leyes de la lógica. Nuestra Manquita puede compararse con esos dibujos imposibles del holandés Escher que muestran escaleras que desafían las leyes de la gravedad y patios que a su vez son balcones.
El templo mayor de Málaga sigue siendo nutritivo alimento para todos esos tópicos relacionados con la supuesta forma de trabajar en el sur de España. Transmite una imagen apática, vaga e indolente de nuestra ciudad. Una Ciudad del Paraíso que mira a la luna de Valencia y que es incapaz de concluir, ni siquiera durante las épocas de bonanza del ladrillo, su monumento más importante. Esa torre inacabada tiene un innegable tipismo y atractivo turístico pero a juicio del firmante, son muchas más las connotaciones negativas que transmite. No es ningún ejemplo.
Poca lógica hay en una catedral que permanece sin tejado y sin ningún elemento constructivo finalizado, pues no se trata solo de la torre ausente.
La verdad es que si un cantero malagueño del siglo XVI levantara la cabeza y se le explicara que la obra en la que tomó parte ilusionado lleva paralizada más de 230 años, pensaría que algún tipo de trastorno cognitivo impide, a sus paisanos del siglo XXI, ver y afrontar la realidad.
Si además se le precisara que son bastantes los malagueños que no quieren que la obra prosiga, pues la consideran finalizada ya de manera inconclusa, quizás concluiría que en el siglo XVI, aunque mucho más atrasado en cuanto a técnica, al menos la construcción de edificios era un proceso bastante más lógico porque su fin era precisamente ese, ponerle fin a las cosas (el famoso finis coronat opus).
Los partidarios de dejar las cosas como están ni siquiera se plantean colocarle encima un tejado, del que está tan necesitada para eliminar las goteras que sufre de forma cíclica, de ahí el absurdo de haberle construido una carísima segunda piel, que ahora resulta que pese a sus pocos años ya ha lucido arrugas (grietas) de consideración.
La Manquita es un contrasentido, un absurdo y la constatación de un fracaso colectivo que algunos malagueños quieren prolongar por los siglos de los siglos porque es la imagen con la que han crecido.
Esta tarde se presenta la asociación ciudadana Málaga por su Catedral. Será en un acto público a las 7.30 de la tarde en el Liceo de Málaga (Plaza del Carbón, 3, 2º) Quienes lo deseen pueden inscribirse como socios fundadores asistiendo al acto, sin compromiso económico alguno.
Enhorabuena a los impulsores de esta iniciativa que recuerdan a esos atrevidos alemanes que a mediados del XIX pusieron fin a cuatro siglos de parón constructivo en la Catedral de Colonia, finalizando entre otras cosas sus dos torres.
Hoy la catedral alemana es Patrimonio de la Humanidad. ¿Acaso hay alguien que añore los tiempos en los que era una doble manquita?