Tras cuarenta años presidida por un terrizo-barrizal, los vecinos ven cómo la calle México se despide de su etapa lacustre para acoger un bloque de VPO
Si algo caracterizaba a la actual Ciudad de México en el pasado era el ser una auténtica ciudad lacustre, una maravilla de la naturaleza y del urbanismo de la que solo nos quedan algunos atisbos en los canales de Xochimilco.
Menuda paradoja tenían delante los vecinos de la calle México, en Málaga. En esta zona junto a la avenida de Carlos Haya llevaban camino de los 40 años conviviendo con un gigantesco terrizo con tendencia a convertirse en lago-barrizal en invierno y un espeluznante productor de polvo en verano (en otoño alternaba el lago-barrizal con la polvareda).
Este enorme solar asomado a los bancales del arroyo del Cuarto, hoy la segunda fase del Parque del Norte, les desesperaba por su inacción, pues sólo servía como ingente aparcamiento al aire libre, con las molestias que conllevaba.
Las cerca de 150 familias que mas cerca vivían de la parcelita habían pedido a todas las instancias posibles que alguien hiciera algo con el terreno.
En 2007, La Opinión recogió tanto sus protestas como sus propuestas. Todavía en plena burbuja inmobiliaria, un vecino preguntaba hace siete años: «¿Cómo se puede levantar media Málaga por las aceras y nosotros llevamos 30 años viviendo en la porquería?».
El terrizo había nacido por el relleno de arcilla y escombros de una hondonada que había dejado el desaparecido tejar de Martingalo, junto al arroyo. Los vecinos pedían en 2007, como solución a su olvido, que en estos terrenos se construyera un aparcamiento subterráneo y un centro social.
No hay mal que cien años dure, salvo si Berlusconi llega a centenario, por eso estos días puede verse como, en más de la mitad del terrizo ha crecido una gran estructura: se trata de las obras de un edificio (edificio Parque Norte) de 90 viviendas de protección oficial con cocina amueblada, garaje y trastero.
Las obras han eliminado buena parte del molesto solar así como el jardincito que algunos vecinos habían levantado a modo de Detente, para frenar las calamidades del terrizo.
Detrás ha quedado un aparcamiento más mermado, aunque todavía de un tamaño notable.
Entre las pocas personas que no desean que se urbanice más esta zona se encuentra, por supuesto, el gorrilla oficial, que ha visto en los últimos meses que perdía espacio para trabajo: «Ojalá que tarde algunos años, lo que es bueno para unos es malo para otros», filosofaba ayer con acierto. Para la mayoría, el fin de gran parte de este secarral es una buena noticia, aunque los equipamientos que pedían los vecinos se hayan quedado en el agua de esa planta silvestre que, cuenta la tradición, con solo pisarla dejaba embarazada a la mujer: el agua de borrajas.
Antes que el barrio
Una calle muy anterior al barrio de igual nombre: calle Soliva, en el Camino de Antequera.