El actual socavón de la calle de la Victoria nos ha puesto en comunicación directa con el Urbanismo que se gestaba en Málaga allá por 1880
Cuenta el ameno escritor alemán C.W.Ceram en Dioses, tumbas y sabios que cuando en pleno Renacimiento italiano descubrieron el cadáver de una joven romana, milagrosamente intacto pese al paso de los siglos, miles de personas hicieron cola para verla, antes de que el cuerpo se deshiciera.
En Málaga un hallazgo de ese calibre sólo se pudo experimentar con el descubrimiento del Teatro Romano. No está mal en este mundo en el que la norma es hacer varias cosas a la vez a toda leche, constatar que vivimos en una suerte de gigantesca ciudad-cebolla, compuesta por capas seculares de quienes nos precedieron.
Esta sensación de convivir con el pasado ha surgido de sopetón hace unos días, desde el miércoles de la semana pasada, en la calle de la Victoria, con el histórico socavón que, aparte de molestias para el tráfico y los vecinos, nos ha deparado comunicación directa con las obras urbanísticas del cada vez más lejano siglo XIX.
Parece que la estructura fue realizada por los ases del Urbanismo de la época, los arquitectos Joaquín de Rucoba y José María de Sancha, para canalizar los arroyos de Barcenillas, el Calvario y Olletas, que confluían en la Victoria e inundaban el Centro. Parece que la obra es de alrededor de 1880, de la época de Cánovas del Castillo y de una recién construida plaza de toros de La Malagueta, levantada cuatro años antes por Joaquín de Rucoba.
La falta de mantenimiento y el tiempo transcurrido ha hecho que esta vieja canalización ceda, con las consecuencias que todos conocen.
Los bajos del Centro Histórico son apasionantes. Hace una década el firmante pudo pasear con el académico Manuel Olmedo Checa por la red de alcantarillas, algunas de época árabe. Un mundo subterráneo que tiene su entrada principal bajo una enorme losa que cualquiera puede localizar en la calzada, delante del cine Andalucía. La única pega de esta excursión que conduce en un pispás a los bajos de la plaza de la Constitución es algo que sólo apasionaría a los entomólogos: hay cucarachas albinas, o más bien desteñidas, pues sólo conocen la oscuridad.
Pese a las molestias indudables, este inesperado socavón nos ha recordado de dónde venimos. No todos los socavones de Málaga llegan a tanto.
Esperanza verde
Aunque el picudo rojo se ha cebado con algunas de las palmeras más bonitas de Málaga, no todas han caído a causa de su caprichosa dieta.
Incluso en el Parque, en uno de los ejemplares supuestamente atacados por el bicho, puede verse esto días cómo brota un comienzo de penacho verde en lo que antes era una palmera casi desahuciada. Se trata de una de las palmeras más próximas al hotel Málaga Palacio y la estatua de Carlos Larios y Martínez de Tejada.