Junto a La Aurora y la peña Trinitaria vegeta desde hace años un solar con lánguidos cables y un aparcamiento que es más un asombroso sudoku de coches
Hace unos días hablábamos de los solares eternos que jalonan el barrio del Cónsul, tres grandes parcelas municipales, alrededor de la calle Eolo, sin oficio ni beneficio desde muchos años, bastante antes de que arreciara la crisis económica. En este caso, este trío de terrenos olvidados sin excusa está virgen, siempre ha sido pleno campo.
Existen, por contra, otros solares en terreno urbano más que consolidado, que sólo los más viejos del lugar recuerdan cuando lucía ladrillos encima. Pasará algo así, en unos años, con el solar gigante de la plaza del Teatro. Serán muy pocos los que lo recuerden con los edificios gemelos en perfecto estado.
A un servidor, desde luego, se le ha ido ya de su poco poblada cabeza la imagen de los edificios que ocupaban un vetusto solar junto a la peña Trinitaria y la antigua ermita de la Aurora María. en la Trinidad.
Con sus paredes de pintura protectora de color dorado, exhibe su indolencia a la otra parte del río como un cofre desvalijado. Lo curioso es que, a la hora de cubrir con esta pintura impermeable las paredes, incluyeron una modesta estantería, que en lugar de ser retirada, la dejaron y hoy puede verse, casi refulgente, en la avenida de Fátima.
Otra cosa que llama la atención de este solar es la cantidad de coches que puede albergar. Empleado como parking, en su interior tiene lugar un auténtico sudoku de coches, encajados hasta aprovecha al milímetro todo el espacio. Una obra de excelente ingeniería aparcamentística.
Pero claro, tener un solar en estas condiciones, sin un edificio en construcción que llevarse a la boca, tiene también sus pegas. Las pegas estéticas son innegables. Es imposible mirar al cielo del solar sin sentir que estamos en la Ciudad del Purgatorio, y no del Paraíso. Las nubes y el cielo azul intenso están interrumpidos por una reata de cables gruesos y flácidos, sustentados por unos palos torcidos de madera que causan vergüenza ajena. Un solar que promete. Lástima que no cumpla lo prometido.
Ridículo verde
Los actuales fastos de la Copa del Rey de baloncesto han servido para inaugurar el pasado miércoles el centro de la ACB en las antiguas cocheras de la EMT, en el Valle de los Galanes.
Nuestro alcalde apareció para la ocasión enchaquetado y a pesar de ello subido a una cinta para correr. Hubiera quedado más apropiado el ver a todas las autoridades asistentes al acto correteando por el idílico jardín que la ACB ha tenido la gentileza de plantar delante, en los 3.000 metros cuadrados anunciados como zona verde.
Por esta sección ya saben que, en realidad, se trata de un espartano vergel pavimentado con solería roja y adobado con un grupo de escuálidos naranjos.
Una solución rápida, barata y cutre que evidencia que antes de ceder un terreno público a una institución privada hay que intentar que el interés público no se tiña de ridículo. Otra vez será.
Un caso parecido se da en la calle Velarde, junto al Hospital Civil: desde ahace años hay un solar en venta que al no estar convenientemente vallado sirve de basurero y criadero de gatos, con lo que el olor a «Cieno de Pravia» aumenta diariamente, haciéndose insoportable en verano, cuando hay que tener, sí o sí, las ventanas abiertas. ¿De verdad le interesa Málaga al señor Alcalde o sólo en lo relacionado con peñas y cofradías?