La noticia del álbum del curiosísimo carnaval de un pueblecito holandés, localizado por un malagueño en el rastro de Fuengirola, llega a la prensa holandesa
Con la excepción de quienes viven del acoso a los famosos, el Periodismo es un oficio hermoso que te permite saber poco de muchas cosas, además de conocer la variedad más rica de personas y situaciones.
Dicen los críticos más enardecidos que el compendio de todo lo que es el ser humano se encuentra en Los hermanos Karamázov (aunque un servidor siempre pronunció Karamazóv). El Periodismo quizás sea, en este sentido, el oficio que mejor compendia la realidad del mundo y si el lunes te toca recoger el problema de unas alcantarillas atoradas, el martes entras en ese monumento de Málaga que casi nadie ha visitado y el miércoles das constancia de los estragos de la gripe.
Toda esta introducción novelera viene a cuento por una modesta pero bonita historia. El pasado domingo, en la sección semanal Mirando Atrás, que lleva ya 11 años vivita y coleando, apareció la noticia del coleccionista malagueño Francisco García que había comprado en el rastro de Fuengirola un enorme álbum repleto de fotos, documentos y escarapelas sobre un pequeño pero originalísimo carnaval en el pueblecito holandés de Moergestel, junto a la frontera belga.
Lo original de estas fiestas es que participa un grupo de hombres vestidos de dignatarios (hay muchos príncipes entre ellos), tocados de un exótico sombrero rematado con plumas de faisán, vestidos de smoking y con guantes.
Son los Pierewaaiers, complicada palabra holandesa que define a quienes disfrutan de la vida y en este caso del carnaval. Una de estas dignidades, el príncipe Adriano I, que posiblemente murió en la Costa del Sol, coleccionó todas las aventuras de estos personajes desde la fundación del colectivo a comienzos de los 60 hasta mediados de los 80. Francisco García se ofreció a hacerles llegar el álbum si llegaba a oídos de los exóticos Pierewaaiers. Y vaya si ha llegado.
Al día siguiente de la publicación, una periodista holandesa, traductora de español informó a este diario de que la noticia había sido publicada en un periódico digital holandés de Oisterwijk, la localidad holandesa donde está incluido el pueblo de Moergestel. «Un español quiere contactar con el carnaval de Moergestel», rezaba aproximadamente el titular de la noticia.
Esa misma tarde ya se había puesto en contacto con La Opinión el presidente del club de los Pierewaaiers, el señor Hessels, interesándose por este inesperado descubrimiento en tierras de España y luego el señor Dennisen, el archivero del colectivo, que desveló que conoció al dueño del album, el señor Ad Wouterse, fallecido en 2011. Piensen en lo inusual del descubrimiento con este ejemplo: un coleccionista holandés compra en el rastro de Rotterdam un album con fotos y documentos de los 20 primeros años de la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Málaga. Así de contentos se han sentido los carnavaleros de Holanda. El generoso Francisco García ya ha comentado que les enviará por correo el album en breveUna historia modesta, sí, pero que ha conseguido conectar dos mundos.