Todo vuelve a su cauce en los jardines de Pedro Luis Alonso, después de que la reedición de la Guerra de las Naranjas dejara algunas bajas con plumas
En Málaga las pinceladas rosas de la mañana, eso que Homero, mucho más atinado, convirtió en «la Aurora de rosados dedos», nos está dejando en diciembre un amanecer aparentemente turbio y encapotado que la mayoría de los días se disuelve en un sol que, de tan perpetuo, ya resulta cargante.
En todo caso, en estos últimos días de otoño las mañanas amanecen presuntamente invernales, de ahí que algunos malagueños salgan a la calle ataviados como esquimales. Ni los hombres de la expedición polar de Admunsen se abrigaron tanto.
Tengan en cuenta estos factores de presunto frío y cielo encapotado para la siguiente escena poética, en unos solitarios jardines de Pedro Luis Alonso. La única actividad que se registra es la del extinto estanque de los patos. En este remozado rincón del parque monta guardia una elegante garceta blanca, muy a gusto con el runrún de las aguas.
Descubrir una garceta blanca en este estanque es casi como contemplar una brizna de hierba en Marte, un descubrimiento feliz y en absoluto usual. Significa que la Naturaleza ha vuelto a tomar posesión de este rincón y que todo vuelve a la calma.
Si recuerdan, el estanque de los patos de estos jardines del Ayuntamiento se quedó sin patos y sin cisnes. Un grupo de seguidores de los homínidos de Atapuerca se dedicó a matar por puro placer a los animalitos, la mayoría de las veces a naranjazos. Las aves supervivientes de esta reedición de la Guerra de las Naranjas tuvieron que ser trasladadas a la perrera municipal, un sitio que hoy recibe un nombre mucho más complicado: el Centro Zoosanitario. Allí pudo verlas el autor de estas líneas hace un par de años. Estaban en el exilio a causa de unos cazurros, como la mayoría de los exiliados en la Historia de España.
Contemplar a una garceta vivita y coleando es por tanto una gran alegría. El estanque se ha convertido en un auténtico estanque, con flores de loto y un plácido chorrito central. Y el entorno ha ganado mucho con las preciosas cerámicas de los Ruiz de Luna, esos ceramistas que además de hacer tan bien su trabajo son afables y cercanos (hable con ellos diez minutos y tendrá la sensación de que los conoce de toda la vida).
Será una casualidad o a lo mejor un guiño del destino pero justo ayer, el día de la garceta, inauguraban Amparo y Carlos Ruiz de Luna, tía y sobrino, la muestra La cerámica en el Arte, en la sala de exposiciones Manuel Barbadillo, junto al Centro de Arte Contemporáneo. Hasta el 7 de enero. No se la pierdan.
Orden directa
Habrá que recordar una genial pintada en la calle Alonso de la Palencia que muchos siguen al pie de la letra sin captar su ironía: «No me leas, ve al tele».
Cerril
El alcalde de Sevilla ha demostrado con sus últimas declaraciones localistas que su inteligencia tiene un límite, como la de todos los seres humanos. En su caso el límite está en el Guadalquivir.