Fuego vietnamita y otras mascletás malagueñas

10 Dic

Los niños, que no entienden de normativas, prueban sus petardos y cohetes de corto alcance por los andurriales del busto a Martín Larios.

Desde su construcción, el Paseo del Parque ha albergado todo tipo de eventos, desde paradas militares a carreras de motos, coches, bicicletas y hasta de camareros. Las tradiciones están para quedarse, por eso, desde hace muchos años, cada vez que se acerca la Navidad, en la acera izquierda del Parque se organiza la de San Quintín o para ser más exactos, la versión malaguita de la Nit del Foc.

Cierto que no tenemos esa tendencia genética de los valencianos a tirar petardos, pero si a los malagueños nos dan unos años de margen, pronto podremos ofrecer una mascletá digna de salir en la película Calabuch.

El protocolo pirotécnico se desarrolla durante las fiestas de la misma manera. El Ayuntamiento se desgañita pidiendo por favor que las pruebas con cohetes y otros artefactos no se efectúen en el Parque (para este tipo de pruebas, en el desierto de Nuevo México).

Esta recomendación por supuesto es desoída por un nutrido grupo de malagueños de pantalón corto y faldas, que ya desde el pasado puente prueban el alcance de sus misilillos de bolsillo.

El espectáculo, bien mirado, es digno de ver. A espaldas de las tiendas de cohetes, en el primer tramo del Paseo del Parque, el cielo se ilumina cuando lo cruza un destello que se deshace en ruidos, humo y luces.

En ocasiones, las menos, da la impresión de que nos encontramos en medio de la película Platoon y que los norvietnamitas han abierto fuego por sorpresa.Del follaje del Parque se aprecia un bochinche pirotécnico que hace dudar si llamar a la familia para que no se lo pierda o bien a la autoridad competente.

La de pruebas más frecuentada es la pequeña glorieta a don Martín Larios, el dueño de la fábrica de la Aurora, de nuevo, blanco de algo (normalmente, de las cagadas de las gaviotas, que hace décadas que utilizan su busto de helipuerto).

¿Se pueden reducir estas prácticas cuando decenas de niños las realizan a la vez?, ¿será una de esas actuaciones colectivas tan de moda, bautizadas como flash mob para que no comprendamos su significado?

Quedémonos con el espectáculo pirotécnico infantil y por si las moscas, con el número de los bomberos.

Olores con huella

La semana pasada, hacia las nueve de la noche, una madre y su hijo pasaban por la parada de coches de caballos del Postigo de los Abades, cuando las monturas ya habían tomado las de Villadiego, aunque persistía su huella olfativa.

Por este motivo, el nene preguntó intrigado a la madre: “¿Mamá a qué huele?”. La madre, didáctica ella, quiso suavizar la cruda realidad con diminutivos: “Eso son los caballos que han hecho pipí y caquita”. El niño, nada convencido de la explicación, a los pocos segundos sentenció: “Lo que huele es a peste”.

Esta sentencia entronca con otra expresión muy malagueña que todavía se emplea para describir todo escape líquido y maloliente, sea cual sea su auténtica composición: agua peste.

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