En el Llano de Doña Trinidad sigue de capa caída esta joya protegida del regionalismo malagueño a la espera de alguna obra de mejora que la reanime
Ayer al autor de esta crónica le ocurrió un incidente curioso, casi digno de un vodevil. De camino al Llano de Doña Trinidad, en El Perchel y no en la Trinidad, justo antes de entrar en ella por la calle dedicada al bodeguero Enrique Scholtz, un servidor y el fotógrafo que le acompañaba se toparon con la antigua Casa de Socorro construida por Fernando Guerrero Strachan en 1918.
Se trata de un edificio levantado en un solar que era propiedad del III marqués de Larios, José Aurelio Larios Larios, el que concentró toda la fortuna familiar y al que seguramente le saldrían solares por las orejas. El edificio, de estilo regionalista neomudéjar, es uno de los más bonitos de Strachan y recuerda mucho a la otra casa de socorro de su autoría, la del Molinillo.
En esta construcción de 650 metros cuadrados está condensado el arte de uno de los mejores arquitectos malagueños del siglo XX y sin duda, el más popular.
El caso es que, como el edificio lleva años que no pasa por sus mejores momentos, el fotógrafo empezó a tomar fotos de los signos que denotan el paso del tiempo en la fachada.
Pero claro, al mismo tiempo la Casa de Socorro alberga una comisaría de la Policía Local, así que salió un agente para tomar nota de los nombres de quienes fotografían con demasiado detalle una comisaría de policía. Aquí tenemos el contrasentido. Aparentemente no se pueden tomar fotografías de detalles de un edificio que es un ejemplo de la mejor arquitectura local y que aparece con todos los honores en el catálogo de edificios protegidos del PGOU porque hace las funciones de comisaría.
Embrollos burocráticos aparte, pues el agente se mostró comprensivo y cumplía con su deber, el caso es que el edificio necesita que se le tomen muchas fotografías y que el Ayuntamiento las examine y tome una decisión.
Hace ya veinte años que fue rehabilitado y la huella de estas dos décadas es evidente en las humedades de la fachada, las grietas que se aprecian en algunas de las columnas o el estado sencillamente impresentable de las contraventanas, una de las cuales, por cierto, permanece arrumbada en el pequeño patio lateral, donde también asoman hierbas en el suelo.
Hay mucho por hacer en este tesoro arquitectónico de Málaga. Si el Consistorio se toma el mismo interés en que no sea fotografiado que en arreglarlo, en seis meses estaría como nuevo.
Viva el rococó
Como todo el mundo sabe menos el proceloso mundo de los gabinetes institucionales, el camino más corto entre dos puntos es la línea recta.
Sin embargo, en estos negociados casi siempre se opta por la comunicación rococó, repleta de alharacas semánticas y requiebros dignos de los antiguos misterios de Eleusis que suelen dejar al lector con la impresión de haber leído un comunicado en chino. Como ejemplo, así explica nuestro Consistorio que pondrá un semáforo en un cruce del Palo: «Se ha procedido a la semaforización de un cruce semafórico». Abajo la sencillez.
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Pues sí que… Claro que, en un país donde, según la legislación del Patrimonio Histórico, los Ayuntamientos tienen sobre sí el deber de proteger TODOS los BICs, ya sean públicos o privados, y un Ayto. se permite el mal trato reiterado a un BIC como es la ya casi desconocida «Cueva del Tesoro»… ¡Cosas veredes, amigo Sancho!, que diría Don Quijote.