La enseña que ondea en la plaza, si se fijan bien, no se corresponde con la bandera de España. El país que representa se ignora
El mundo de las banderas es incluso más amplio que el de edificios demolidos en el Centro Histórico de Málaga en los últimos 20 años (a este grupo extinto ya se le conoce como Los 300, en recuerdo del tebeo de Frank Miller, seguro que alguno no mereció ese destino).
Banderas hay, y no hablamos del actor malagueño, de todos los colores, nunca mejor dicho y algunas se quedan congeladas en el tiempo de forma muy curiosa como la de Ecuador, que luce en el centro un escudo con un barco de vapor que recorre el río Guayas. Fue el primero que se construyó en Sudamérica, en 1814. La embarcación simbolizó en su día el progreso y por eso se incorporó a la enseña, un mensaje difícil ya de captar en nuestros días.
La bandera de Kazajstán, por poner otro ejemplo, es una contradicción en sí misma, aunque poesía no le falta. Está adornada con un arabesco típico del país, el fondo es celeste y evoca a los pueblos tártaro y kazajo. En el centro hay un gran sol, símbolo de la riqueza de esta nación del Asia Central, y bajo el astro, un águila que simboliza el amor, la nobleza y la libertad. A este último respecto hay que decir que su presidente no se va ni con agua caliente y gana las elecciones con una soltura que deja a los votantes de la oposición con poco margen de maniobra. El águila, de momento, vuela bajo y raspando el suelo.
Y qué decir de la bandera de España, lo estamos viendo en la serie de televisión Isabel. Cuando esta se casa con Fernando en 1469, los colores heráldicos de Castilla y Aragón son los que dan el tono a nuestra enseña, que no se adopta como pabellón naval y bandera nacional hasta 1785.
Todo esto viene a cuento porque la bandera que ahora mismo se encuentra desplegada en la plaza de la Constitución desde un punto de vista estrictamente histórico no representa a nuestro país.
La reciente moda de colocar banderas del tamaño de sábanas de cama de matrimonio tiene sus pros y sus contras. Ya hablamos alguna vez que el viento las termina haciendo jirones y resulta llamativo ver la bandera de España de ese porte, en plena crisis económica.
En este caso no hablamos de su integridad, sino de sus colores. Porque, ¿acaso los colores de la bandera de España son el rosa pálido, el amarillo y el rosa pálido? Pues eso es lo que estos días ondea en la plaza de la Constitución. El país que representa, uno lo ignora. Disfrutamos de la bandea rosigualda.
Un servidor entiende que nuestros políticos, forofos de toda la vida incluso cuando el equipo estaba en Tercera División, se han pasado en tropel a la bandera del Málaga pero esto de los símbolos nacionales habría que cuidarlos un poquito. A mandar.
Dos detalles
El monumento de la Cruz del Molinillo, con sus tres viejas piedras de molino, luce un cartel explicativo que ha sido borrado por el tiempo y ahora es ilegible casi en su totalidad. Además, una de las piedras ha sido firmada al spray por las vándalas y seguramente amigas Samara y Gema (sic).