El renacer de los tres marengos del estanque

1 Oct

El grupo escultórico de Machu Harras ha vuelto a la vida en los jardines de Playa Virginia, después de la restauración municipal a cargo de la propia artista

Contemplar el estanque de los jardines de Playa Virginia, los dedicados al malaguista Alberto Suárez Pipi, hasta hace un par de meses era evocar ese templo del Libro de la Selva escondido en la espesura y lleno de monos o las novelas de aventuras de Salgari y Verne. El paseante entraba en una dimensión desconocida y mayormente, deteriorada.

Le recibía un mar de juncos lo suficientemente tupido como para esconder en él una goleta. De hecho, el estanque ocultaba una muestra del Patrimonio de Málaga en estado de derribo, pese a que no contaba con muchos años de existencia.

Fue en 1983 cuando la escultora malagueña Machu Harras realizó un grupo escultórico de tres marengos. El estanque, por cierto, era una manera muy sutil de proteger las piezas que, finalmente, quedaron seriamente desprotegidas con el paso de los años.

En enero de este año La Opinión recogió la denuncia de la asociación cultural Entremares ante el pésimo estado de las esculturas, hechas en poliéster. Si bien el estanque había evitado la acción directa de los salvajes, quedaba la indirecta, en forma de lanzamientos (certeros) de piedras.

Como resultado, una de las figuras estaba descabezada y además presentaba un agujero casi de bala de cañón. Por si esto no fuera suficiente, los tres marengos estaban llenos de hongos.

Consciente del deterioro era la propia artista Machu Harras, que llevaba desde 2006 proponiendo al Ayuntamiento un presupuesto de rehabilitación para sanear la obra, que para más inri había sufrido unos parcheos inadecuados.

Entremares volvió a reclamar entonces una restauración que al fin ha tenido lugar este verano. Las obras han consistido en una nueva estructura de hierro cubierta de hormigón, así como hormigón texturizado y modelado para proteger el poliéster original y de paso, reforzar las piezas.

Si ustedes se dan una vuelta por Playa Virginia, en El Palo, verán lo mucho que ha cambiado el panorama. El estanque ha perdido todo aspecto de selva inconmensurable y es un espacio de aguas bastantes transparentes. No hay por tanto camuflaje escultórico alguno y los tres marengos lucen incluso mejor aspecto que hace 30 años, más fortalecidos y con un blanco impoluto.

La obra de Machu Harras ha pasado de cascajo carcomido por el tiempo, gracias en buena parte a los vándalos con ñoscos, a obra singular, revalorizada gracias a esta acertada restauración.

Hay que felicitar a la artista por estos siete años de insistencia y al Consistorio por recoger finalmente el guante, aunque sea en medio de eso que ustedes ya saben, los tiempos de crisis.

En la cola de espera se encuentra el grupo escultórico de Berrocal para los Pinos del Limonar, también hecho unos zorros. Mientras los vecinos abogan por salvar la fuente y prescindir de una escalinata empleada por los aficionados al monopatín, la familia del artista quiere que la restauración sea total y que por tanto se respete y recupere toda la obra.

Octubre

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