El Ayuntamiento, para evitar accidentes, reforzó ayer nada menos que el rabo a la escultura del perro que persigue a su propietario en la plaza de Uncibay.
Las historias de superhéroes son un juego de niños comparadas con las historias mitológicas, y no nos referimos a la Diada. El dios Zeus era capaz de tener cosido en su muslo un feto y de hacerlo nacer sin complicaciones postparto. Y ahí tenemos a Apolo, que cuando sólo era un recién nacido de cuatro días fue capaz de matar a un dragón, seguramente con ropa de primera postura.
En el Centro de Málaga se escenifica desde hace 20 años una de estas historias sorprendentes del Mundo Antiguo, y en concreto una escena que parece salida de las películas de destape de los años 70.
Como muchos sabrán, en el cruce de la calle Granados con Beatas se encuentra la fuente del Baño de Diana: cinco ninfas se dan un chapuzón acompañando a la diosa Diana, espectáculo del que el cazador Acteón no pierde detalle acompañado por uno de sus perros. Como castigo al mirón, la diosa hizo creer a los perros de Acteón que el cazador era un ciervo, así que en la plaza de Uncibay vemos al desdichado fisgón corriendo hacia una fuente, seguido por dos de sus animalitos, con ganas de hincarle el diente.
Ayer el Ayuntamiento reparó esta última escena mitológica, porque son muchos (niños, grandes pero también borrachuzos) los que trepan por las esculturas, así que el rabo de uno de los perros estaba de capa caída y a punto de desprenderse. El riesgo de que un niño tropezara y se raspara con el bronce no era ninguna broma, así que ayer por la mañana se encargó de reparar el entuerto Juan Manuel González, de la empresa antequerana Foryvict.
Para que la cola del animalito volviera a ser la misma, primero se limpió la fisura y a continuación se soldó, reforzando la unión con una varilla de bronce de silicio que queda fundida con el resto de la obra. Y para que no se notara la zona adherida, se repasó e igualó con una fresadora, aplicando luego la pátina gracias a un ácido, la famosa oxidación del bronce.
Si las estatuas de Málaga hablaran, pronunciarían un discurso contra el vandalismo, que ofrece las manifestaciones más dispares, como las gafas que todos los años pierde el busto del concejal José Martín Carpena, en el Parque Huelin, y que el Ayuntamiento repone cuando se acerca el día de su homenaje. Y si ven el busto a Arturo Reyes, reconocerán a la gitanilla a juego con la Catedral (manca), por que son decenas las veces que algún homínido le ha quitado la mano.
La mala noticia para Acteón es que una de sus mascotas ya está perfecto estado de revista para tratar de darle caza. La buena es que no terminará como el perro de San Roque y el patrimonio de Málaga saldrá ganando.
Don Blas y su retrato
Y seguimos con más obras escultóricas porque junto al monumento a Blas Infante, detrás del antiguo Correos, y en concreto al pie de un pequeño monolito hay un retrato enmarcado del homenajeado, tumbado en la hierba y sujeto por un trozo de mármol que casi lo tapa del todo. El retrato está enmarcado y la piedra ha roto el cristal, así que no sabemos si se trata de un homenaje, un acto de repudio o un arrebato lírico inconexo.