A pocos metros del Asilo de los Ángeles esta sección ha localizado el motivo inspirador de las siete interrupciones severas del horizonte en la Malagueta
Ayer esta sección se detenía, porque es complicado avanzar por ella, en la cuesta de acceso al Asilo de los Ángeles. Un camino en tal mal estado tiene sus ventajas. Envíe usted por allí a los cuatro jinetes del Apocalipsis –es un suponer– y seguro que algún caballo tropieza y envía a su montura donde Franco perdió el mechero (las alturas son considerables).
Dé por hecho que en la mente de nuestros munícipes juega en contra del arreglo el hecho de que la Junta de Andalucía tenga presencia en el asilo. En el mundo esquemático –de buenos y malos, de nosotros y ellos– del político medio, estas tonterías infantiloides juegan un papel fundamental en su carrera. Si usted tiende puentes en lugar de cavar trincheras, sepa que está fuera de la disciplina de partido.
Lo que ya no se entiende es por qué está hecho unos zorros el camino que hay justo enfrente, pues no hay ni rastro de administraciones enemigas. Se trata de un tradicional punto ilegal para echar escombros del que seguro, hay evidencias arqueológicas desde los fenicios. De hecho, la montaña de escombros que inaugura el ascenso casi parece un simbólico punto informativo.
Por la mañana, y a pesar de la basura, las vistas son muy hermosas. La bruma tempranera es lo suficientemente benigna como para cubrir los recios altibajos del urbanismo malagueño. En primer término, las torres de La Palma, al fondo, junto al manto blanco de la autoconstrucción de Mangas Verdes, los excesivos bloques de Parque del Sur y como un telón brumoso, el pico principal del monte San Antón, por ahora sin chalés en lo alto.
Si seguimos ascendiendo veremos casi al alcance de la mano el Monte Coronado y tras pasar delante de lo que fue una verja, nos toparemos con la madre de todos los chiringuitos de la Malagueta.
Ahora sabemos dónde se inspiró el arquitecto para crear sus siete interrupciones severas del horizonte. Se trata de un gigantesco depósito de agua de Emasa, el correspondiente a La Palma-Palmilla, que recuerda bastante, y no sólo por su emplazamiento, a una defensa antiarérea. Pintado de blanco es el prototipo de los merenderos megalíticos, autorizados este año por nuestros sagaces políticos.
En estos andurriales solitarios, sólo frecuentados por vecinos con perros y camiones con escombros, el depósito de agua ha sido ricamente ornamentado por grafiteros, en muchas ocasiones grafitis de calidad, en especial el dibujo de una joven negra que parece salida de una película de Tarantino.
Entre el descontrol de basura y escombros y el lamentable camino de acceso al asilo, en este rincón del arroyo de los Ángeles hay claramente una línea divisoria que separa la ciudad de Málaga de las tinieblas exteriores. Aunque el mapa incluya esta parte descuidada dentro del municipio, no se fíe. La zona oscura no cuenta para nadie, salvo para algún arquitecto tras las musas.
Modas
Una de las dudas de esta Feria es si los sombreros de gángster seguirán teniendo su público fiel o si caerán en el merecido olvido.
Magnífico, señor Alfonso.
Un saludo, y muchas gracias.