Desde hace años, peatones, ancianos del asilo y familiares deben apechugar con un camino con un pésimo asfaltado, basura frecuente, matojos y sin farolas
Si obviamos el nuevo ala hospitalaria del Asilo de los Ángeles, poco ha cambiado este reducto de tranquilidad para la Tercera Edad, con espléndidas vistas de las que ya dio cuenta un famoso grabado de mediados del XVIII.
Los condes de Miraflores fundaron el convento franciscano de la Virgen de los Ángeles, frailes que permanecieron en estas alturas desde que Miguel de Cervantes era un mozuelo hasta la desamortización de 1836.
Lo alarmante no es que el tránsito de convento a asilo no haya sido particularmente brusco, lo que llama la atención es que la cuesta de acceso a estas famosas instalaciones cuente casi con las mismas incomodidades y miserias que en el Siglo de Oro. Hace algunos años que esta sección trató este lamentable asunto y la situación ha empeorado. Por aquel entonces estábamos en época de bonanza inmobiliaria y por ende, institucional, pero el Ayuntamiento ya pasaba tres pueblos. Imagínense ahora, con apreturas para casi todos, cómo se encuentra este camino de carros y recuerden un pequeño detalle: la Junta de Andalucía, la administración enemiga, tiene una importante presencia en el asilo, así que ya me dirán las ganas que tienen nuestros representantes municipales de arreglar este camino.
Para llegar a él hay que pasar el puente de la autovía, dejar a la izquierda el cascajo en que se ha convertido la modesta fuente de la Burra, llena de pintadas y que ya no presta sus servicios –aunque el agua no era potable– y tomar la cuesta de la izquierda porque la de la derecha no es aconsejable: es una escombrera con muchos años a sus espaldas. De este camino hablaremos mañana.
La cuesta del asilo tiene un piso que podría servir para alguna película de catástrofes, con un relieve montañoso poco apropiado para las personas que lo suben y bajan, muchas de ellas cargadas de años. Otro detalle del camino es que carece de iluminación, no hay ni rastro de farolas, así que depende de la iluminación de la vecina autovía.
Un vecino de la zona cuenta cómo el camión de Limasa sube la cuesta para recoger los contenedores del asilo y luego da la vuelta sin limpiar el camino, de ahí que la acumulación de plásticos sea una constante y ya pegado al asilo nos encontramos con matojos de altura importante y con una montaña de paneles del techo, abandonados a su suerte.
Los políticos malagueños emplean hasta la saciedad la espantosa e incorrecta expresión francesa «poner en valor» cuando quieren decir que van a revalorizar, mejorar o dignificar algo. Aquí tienen una oportunidad estupenda para «poner en valor» y poner un poco de orden en este camino olvidado de todas las administraciones cuyos representantes –es obvio– lo suben en coche oficial y no a patita.
Por fin
El pasado martes por la tarde, para sorpresa (grata) de vecinos y comerciantes de la calle Bailén, el Ayuntamiento limpió con agua y jabón la maloliente zona de carga y descarga frente al mercado. El deseo de los afectados es que la buena nueva se repita algunas veces al año. Felicidades.