El Ayuntamiento recluye la exposición al aire libre de contenedores chorreantes del mercado y promete agua y jabón para esta calle con olores tan poco edificantes
El pasado 28 de junio, La Opinión relató las penurias que tenían que soportar los vecinos y comerciantes de la calle Bailén, transformada en un auténtico trastero del mercado. Bien podía decirse que en Bailén, de recuerdos engarzados con la Guerra de la Independencia, se vivía otra batalla, esta vez contra la suciedad y el olor a pescado en descomposición; y los buenos iban perdiendo.
Casi un mes más tarde, el pasado 26 de julio, esta sección recordó el hartazgo reinante en la crónica Vecinos de la calle Bailén hartos del Ayuntamiento, en la que se informaba de las cartas que una vecina afectada había enviado a todos los departamentos de Medio Ambiente, por si caía la breva.
Y la breva cayó a medias porque dos días después de publicada esta crónica, visitó la zona un representante del distrito y uno de los problemas más gordos ha desaparecido: ya no se celebra cada día a las 3 de la tarde, una convención nacional de contenedores de basura, que tenía lugar en la esquina de la calle Bailén con la calle Natalia, una de las dos entradas al mercado. Unos nueve contenedores del mercado eran sacados a la calle y como no podían limpiarse bien porque la manguera empleada eran demasiado corta, dejaban de recuerdo diario una manchas chorreantes y viscosas que obligaban a los vecinos más próximos a echar lejía y a hacerse con un arsenal de insecticidas en sus casas.
Desde la semana pasada, informan fuentes vecinales, los contenedores los sacan directamente del cuarto que el mercado tiene para tal fin y ya no los dejan más en la salita de espera al aire libre.
El representante del distrito también se comprometió a limpiar con jabón (no él personalmente, claro) la calle Bailén.
La zona de carga y descarga de camiones sólo se ha baldeado una vez y fue en noviembre de 2012, después de seis años sin que Limasa la tocara, calculan los vecinos, que en estas últimas semanas ya sólo reclamaban alguna visita sorpresa del alcalde pues, con el fin de que el primer edil no tuviera que entrar en la calle con mascarilla, seguro que caía alguna limpieza más.
La pregunta del millón, que seguramente será contestada con amables pero imprecisas palabras, es si este baldeo en un punto tan sensible como la entrada y salida de un mercado municipal va ser un gesto heroico pero aislado del Ayuntamiento, empeñado en ajustar el baldeo de la calle Bailén al paso del cometa Halley o si va a hacer lo posible por limpiar a fondo con más regularidad.
En todo caso, de algo han servido las protestas vecinales y el rincón de gérmenes y materia infecta de la calle Natalia ya sólo es una imagen que hay que desechar cuanto antes, como imaginarse que el chándal bolivariano se convierte en prenda obligatoria en Málaga. A algunos hasta le gusta.
A su pesar
Comentario ante una foto con exceso de color de un veterano malagueño ayer, en el Centro de Málaga: «El pelo me sale verde, parezco del Betis».
En unos pocos días sin sacar los contenedores de basura, la calle parece otra. Habitable. Gracias.