El único punto negro del Paseo de los Canadienses

12 Ago

En pleno agosto el arroyo del Judío, que desemboca en la playa del Peñón del Cuervo, presenta un estado lamentable con un caudal importante de basura

Cada vez que esta sección se ha dado una vuelta por el Paseo de los Canadienses ha sido para constatar que los ciudadanos de Canadá no estaban dignamente representados en este camino que une El Palo con La Araña.

En 2006 se estrenó este paseo en recuerdo de la ayuda humanitaria que prestó el doctor canadiense Norman Bethune a los malagueños que en el 37 huyeron por la Carretera de Almería, mientras llegaban las tropas de Franco. La huida se convirtió en un auténtico tiro al blanco a civiles.

Un cartel a la entrada de uno de los túneles del antiguo ferrocarril a Vélez recuerda la matanza. Paradójicamente, está tachada con verdadera saña la palabra «violencia fascista». El resto del cartel ha sido cuidadosamente cubierto por pintadas realizadas por especímenes que lo más probable es que ignoren cuándo tuvo lugar la Guerra Civil y qué bandos participaron en ella. (Una pista para los grafiteros: no fueron el Madrid y el Barça).

Pero volvamos al comienzo de este paseo, que se inicia con una providencial barrera para impedir el paso de los coches y que sustituye a unos imponentes ñoscos que parecían expelidos por algún volcán. Lo más llamativo es que la gran mayoría de las vallas de madera han sido repuestas y ya no hay riesgo de contemplar el mar y, contra nuestra voluntad, practicar barranquismo.

Es de recibo felicitar al Ayuntamiento porque esta senda junto al mar, al menos esta semana, presentaba un aspecto estupendo y limpio. Incluso el piso de tierra, con pasadas huellas de correntías en las que cabían varias cabezas de ganado, también ha sido tapado y allanado y el piso es firme.

Además, la playa del peñón del Cuervo, que ha sido una tradicional zona de acampada que siempre se ha reído de la normativa municipal que la prohíbe, presentaba, al menos el miércoles, un aspecto moderadamente contenido, con sólo dos tiendas de campaña de grandes dimensiones en una esquina de la playa.

La zona para barbacoas también presentaba un aspecto limpio. La verdad es que hay rachas en las que algunos de sus usuarios parecen tocados por el dudoso don de espurrear la basura, de ahí que algunos lunes este rincón parezca un campo de batalla en un vertedero. Se agradece el cambio.

Pero como la perfección administrativa es difícil de alcanzar, el único punto negro y la verdad es que negrísimo lo tenemos en el vecino arroyo del Judío, que exhibe una ristra preocupante de basura.

El día de la inspección varios dirigentes de la asociación de vecinos del Palo se habían dirigido a un par de barrenderos de Limasa interesándose por el bochornoso estado del arroyo. «La limpieza la lleva la Junta», fue la respuesta. Falso. La limpieza no la lleva la Junta porque no hay limpieza. Si se trata de la misma administración que tiene la desembocadura del Guadalhorce hecha un vertedero ya podemos esperar sentados porque su velocidad de respuesta es la misma que la de la estatua sedente de Picasso. Paciencia y a esperar (sentados).

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