Aires taurinos en la inestable plaza del Siglo

1 Ago

Si termina instalándose el Museo Taurino, que no va a salir barato, el Ayuntamiento debería plantearse qué hacer con la degradada plaza del Siglo y siguientes

Estos días vuelve a estar de moda la plaza del Siglo porque la Diputación quiere convertir el edificio del Patronato de Turismo en Museo Taurino por un precio que algunos malagueños consideran más propio de la Liga de las Estrellas.

Opiniones hay para todos los gustos, pero si algún día desaparecen las diputaciones de España, puede que suba el PIB, aunque los partidos políticos tendrán un serio problema para recolocar a todas sus huestes. Ávidos de un puesto en la vida pública, pues de los sinsabores de la empresa privada poco o nada conocen, el número ingente de tantos cargos, excargos y cuadros políticos en las diputaciones españolas es una de las probables razones por las que nuestro escueto presidente del Gobierno ni se plantea que puedan sobrar.

El Museo Taurino merece un buen sitio en el Centro, aunque el precio anunciado, precisamente en estos tiempos tan duros, parezca puro humor negro. Pero, una vez que se consuma el dispendio, tendrá que seguir corriendo el dinero público más tarde o más temprano porque la plaza del Siglo sigue sin estar mínimamente presentable.

Es un lástima que las obras de adecuación de las plazas del Siglo, el Carbón y del Cardenal Spínola no se grabaran con vistas a realizar un documental y así poder presentarlo en algún certamen de cine de catástrofes. Ni si quiera en la veterana serie de televisión Manos a la obra, con Manolo y Benito como figuras estelares, se recuerda una intervención tan próxima al patetismo como filosofía urbanística.

El monocultivo de la hostelería en el Centro de Málaga, tras el estallido de la burbuja del ladrillo, ha producido un aumento del trasiego de camiones de carga y descarga que pululan sobre todo por la plaza del Siglo, cuyos redondos adoquines parecen haber sido colocados con el único fin de que los paseantes se peguen un costalazo.

Si ya la colocación pareció seguir un patrón constructivo marcado por Groucho Marx y sus inolvidables hermanos, los camiones han rematado la faena produciendo grietas y hundimientos telúricos que con las lluvias y los riegos municipales forman siniestros charcos de agua negra.

Y para el caso de que el presupuesto no dé para acabar con tan lamentable espectáculo –que provoca cientos de traspiés diarios– sería muy de agradecer un arreglo parcial y sustituir esa ristra de adoquines hechos papilla que se adentra con ímpetu en la calle Granada y algún que otro hundimiento.

Si en la plaza del Siglo va a hacer su entrada el carísimo Museo Taurino, habrá que procurar que los turistas den el paseíllo torero con todas las garantías para su físico.

Diversiones

En la década de 1870, antes de que se levantara la plaza de toros de La Malagueta, había en la zona un juego de bolos muy concurrido que funcionaba los sábados por la noche y festivos y, aprovechando la concurrencia, el local también ofrecía bailes al aire libre.

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