El paseo del colesterol casi campo a través

29 Jul

La avenida que homenajea al pintor Rodrigo Vivar y que une Soliva con el Puerto de la Torre se ha puesto de moda para luchar contra las cenas pesadas

Comentaba Quevedo que, en los tiempos en los que le tocó vivir, un signo de opulencia muy extendido era llevar un palillo en la boca, prueba de que se había comido y bastante bien; dos cosas que no todos sus contemporáneos lograban concatenar.

Del palillo en la boca al Cristo de Dalí (de oro) sobre el pecho abierto del varón como elementos de ostentación hay un salto temporal que va del Siglo de Oro al (medio) Siglo del Ladrillo, periodo este último que en Málaga se extendió desde los años 60 del XX hasta los primeros años del XXI, cuando reventó el inflado invento.

Las modas cambian y en nuestros días, el palillo en la boca entronca más con los personajes que nos presentan Los Morancos. Lo que en la actualidad sigue en alza es el concepto de comer bien pero basado en la cantidad y no en las paletadas que se ingieren.

Es más, para contrarrestar el haber tragado más que una alcantarilla nueva la práctica deportiva ya se extiende por todas las edades.

A este respecto, pasaron los tiempos oscuros, hasta los años 50, en los que hacer deporte en Málaga era objeto de sorna pública, la que tenían que sufrir los escasos atletas que se atrevían a corretear por la Ciudad del Paraíso en pantalón corto, provocando en el respetable el mismo efecto que si Charlot apareciera siendo perseguido por una troupe de agentes del orden.

En nuestros días los malagueños hemos desterrado el miedo a lucir ropas deportivas, incluso estridentes, anteponiendo toda consideración a la salud. Como resultado, no sólo han proliferado los pequeños gimnasios para todas las edades en los parques, así como gimnasios semipúblicos a precios aceptables o elitistas (véase la polémica vecinal con el nuevo centro de la ACB en las cocheras del Valle de los Galanes) sino también los paseos marítimos, empleados para luchar contra las calorías.

Y qué decir de los paseos del colesterol. Así llamaban al paseo marítimo Antonio Banderas y al paseo interior que une la glorieta del PTA con Santa Rosalía-Maqueda. En realidad, toda recta con vecinos de paseo es potencialmente un paseo del colesterol.

Otro de los paseos de tierra adentro más transitados de los últimos tiempos es el de la nueva avenida que lleva el nombre del pintor y académico de San Telmo Rodrigo Vivar y que enlaza el barrio de Soliva con el Puerto de la Torre.

Se trata de una avenida que en buena medida todavía atraviesa el puro campo y que pasa junto al arroyo de la Salud, así que cuando el Lorenzo sale o comienza a declinar, se llena de vecinos con ganas de luchar contra el colesterol malo. Sin embargo, la sabiduría popular, a veces más que sabia tiene más mala leche que un tártaro, de ahí que un alma nada ingenua haya elaborado un cartelito de metal con el nombre de Avenida de las Culonas. Sin entrar mucho en cuestiones de género gramatical, se comete una pequeña injusticia por falta de observación, pues además de culonas hay culones y a mucha honra. Ridiculizar a quien practica deporte, ¿no era cosa del pasado?

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