En las alturas de la circunvalación alpina

14 Jul

La terminación de la calle Pinosol nos ofrece una suerte de rodeo alpino a pequeña escala con algunos detalles todavía por solventar

Cuando los pregoneros exaltan al pueblo llano de Málaga es porque hace tiempo que no se dan una vuelta por Mangas Verdes o Pinosol. Ni siquiera en las estribaciones de los Alpes, donde tan de moda está el pantalón corto de cuero, se encuentran cuestas tan pronunciadas.

Este último barrio o urbanización se levantó por encima de Barcenillas, que ya estaba en alto y ha estado peleando muchos años para que su calle principal, Pinosol, fuese una suerte de circunvalación y no la calle sin salida de siempre, que tantos problemas de tráfico causaba.

El sueño se convirtió en realidad en julio de hace tres años, después de que en 2003 los trabajos se paralizaran por la expropiación de una parcela. Ahora que julio muestra su verdadera cara y comienza a azufrar nuestros cuerpos serranos, qué mejor que iniciar una subida alpina por esta calle, peleada durante una década por el delineante y vecino José Moreno, a quien su barrio le debe otra calle, esta vez con su nombre.

Algo muy típico de las obras malaguitas, por cierto, es que los carteles oficiales de estos trabajos pueden permanecer sin retirar hasta la próxima glaciación, y así, dos carteles nos informan durante el empinado trayecto del proyecto de obras de terminación de la calle Pinosol, lo que puede mover a confusión a cualquiera. Tres años más tarde, habría que ir pensando en un discreto mutis por el foro.

La subida nos ofrece, a la izquierda, un mar de casas blancas de múltiples tamaños y se puede distinguir claramente la chimenea de la antigua fábrica Fiat Lux así como los bloques de Monte Pavero y el cerro de la Tortuga muy al fondo.

El monte Gibralfaro, por el que trepa Pinosol, aparece contenido por muros de hormigón y redes metálicas.

Y cuando da la impresión de que vamos a alcanzar la cumbre, surge un suerte de cerro artificial de tierra y hojarasca de grandes dimensiones que casi han sepultado un terreno por el que los vecinos de Pinosol pelean. Es curioso porque, tras esta montaña perfectamente alineada por las máquinas, surge una vegetación espesa que llega al pie de los bloques. Los clásicos arbustos que crecen en los solares han alcanzado dimensiones amazónicas y aprovechando el batiburrillo que se forma en toda tierra de nadie, justo en el nacimiento de un par de bloques nos encontramos con un amasijo de tierra, cascotes y basura, que contrasta con esta calle casi recién nacida.

Las demandas vecinales van por otro lado, y en la zona que ocupaba este promontorio artificial, que prosigue hasta un terrizo utilizado como aparcamiento, piden un parque infantil así como la apertura de un camino que, abriéndose paso entre los tupidos arbustos, permita acceder a un sótano de la Junta, olvidado en medio de la espesura, para que pueda ser usado como aparcamiento.

El tramo nuevo de la calle Pinosol se une al antiguo de forma poco ortodoxa tras unos metros de calzada trillada y machacada por las máquinas. Si además de quitar los cartelitos se culmina la obra, todo estará mejor aquí, en lo alto. Lo de pueblo llano será una metáfora.

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