Con pocos duros se pueden repellar de macetas todos los puentes del Guadalmedina y colgar sobre el cauce los mismos toldos que en la calle Larios
El pasado miércoles un nieto paseaba con su abuelo por el puente de la Aurora y se asomó a esa nada poética tierra baldía que escolta el cauce del Guadalmedina, los antiguos parterres de césped aderezados por los cerros de latas lanzados desde las alturas por homínidos desaprensivos y que hoy sólo son un recuerdo reseco.
Es obvio que ante este panorama el niño lanzara esta pregunta: «Abuelo, ¿dónde está lo verde?». El abuelo se hizo el sueco porque a veces es difícil contestar a la pregunta del millón.
Entre la ristra de proyectos fallidos o empantanados que arrastra esta ciudad, nada como el río que nos lleva o mejor dicho, nos trae por el cauce de la amargura.
Su situación está llegando a tal punto que lo ideal sería extender la idea tan brillantemente desarrollada en el puente de Tetuán: el crear una gran muralla de macetas para que no veamos tan lamentable espectáculo. ¿A qué espera nuestro Ayuntamiento para levantar la misma pantalla de geranios en toda la lista de puentes que tratan de saltarse a la torera la famosa cicatriz de la ciudad. El único obstáculo administrativo sería el de la Delegación de Cultura, que igual pondría pegas a repellar de macetas el Puente de los Alemanes pero el resto, vía libre.
El camuflaje floral también se podría adoptar para quitar de la vista esas columnas acristaladas que han recibido mil y una pedradas y que en su día fueron un dechado de modernidad, en ese loable intento de tiempos del alcalde Pedro Aparicio de ofrecer una imagen menos impresentable de nuestro Guadalmedina.
Otra idea, igual de encubridora, sería copiar la solución de la calle Larios en estos días de verano y colgar toldos de uno a otro lado del cauce, siempre a la altura de la calle, para obviar de una vez por todas un río tan desagradable y que a duras penas cumple su función de transportar agua.
Se trata de modestas propuestas para que los nietos no vuelvan a preguntar «dónde está el verde», algo que debería enrojecer a nuestros responsables políticos. En sintonía con estos tiempos de vacas flacas, nuestros representantes han estado discutiendo recientemente sobre el futuro del río sabiendo que no hay un duro para nada, salvo para algunas macetas con geranios.
Marchemos todos juntos, y un servidor el primero, por la senda del camuflaje floral, senda barata y que borra, si bien con un modesto trampantojo, la pérfida cicatriz del Guadalmedina, tan necesitada de cirugía.. en este caso estética.
Datación de un pescado
En la calle Sanhedún, en la barriada del Copo, existe una modesta pintada que reza «Pececito 5-12-06», como ha podido constatar el firmante. Sin embargo, si consultamos en las fotos de Google Maps, hechas en noviembre de 2009, en teoría tres años después de esta pintada, no hay ni rastro de ella. Una de dos, o Google falla como una escopeta de feria o el autor del pececito ha querido echarle a este noble animal más años de los que en realidad tiene.