Ahora que se inaugura su centro ciudadano, continúa en un segundo plano el verdadero origen del barrio de Teatinos, que debió llamarse de Jesuitas
La inauguración del centro social de Teatinos el pasado viernes en la calle Mesonero Romanos, sobrepasando en tres años y medio el plazo de finalización de las obras, no es desde luego un ejemplo de eficacia constructiva para Occidente, pero llena un importante vacío en el barrio.
Y vacío, pero histórico, es el que sigue teniendo este barrio, definitivamente asentado y desarrollado en Málaga (los políticos prefieren palabras más complicadas como un barrio «imbricado» o «incardinado»), aunque continúa con peticiones clamorosamente no atendidas como el traslado de las caballerizas de los coches de caballos o ese instituto que sigue estando en el terreno de los sueños.
Llama la atención, por ejemplo, que al entrar en la web de la Escuela de Negocios de Teatinos, la Fundación San Telmo se lea que el edificio está situado «en el antiguo huerto de los Teatinos», sin dar más pistas. Sí que las da el catálogo de edificios protegidos del Ayuntamiento, que aunque menciona esta huerta, luego aclara que la finca fue propiedad de los jesuitas desde 1581 y añade que los últimos propietarios, antes de comprarla el Ayuntamiento y cederla a la fundación en 2002, fueron los Jiménez Lopera.
El incansable investigador Manuel Muñoz le ha seguido la pista a este trozo de terreno, casi tan antiguo como las piedras, ya que de él ya hay noticias en los repartimientos, con la entrada de los Reyes Católicos. En concreto fue Alonso de Peralta, alcaide de Bonilla, su primer propietario cristiano allá por los estertores del siglo XV.
Estas tierras de viñas y poca agua eran propiedad en 1580 del tesorero de la Catedral Alonso de Torres, quien quiso ceder la finca a los franciscanos, para que en ella se edificase un monasterio, con la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles.
Algo digno de Maquiavelo –un escritor desaparecido unas pocas décadas atrás– debió pasar porque al poco de disfrutar los franciscanos de la finca, se les retiró y pasó a los jesuitas «con su viña, huerta, arboleda y tierras».
En el siglo XVIII, antes de la expulsión de los jesuitas, esta finca de recreo, pese a las dificultades con el agua, extiende sus posesiones con la compra de 25 fanegas a un hombre cuyo apellido recuerda una conocida zona de Málaga, Gregorio de Barcenillas.
La finca, que limitaba con el camino real que conducía a Pizarra y que hoy lleva el nombre de la calle Navarro Ledesma, fue subastada tras la expulsión de los jesuitas en 1767, pasando a manos privados pocos años después.
No hay pues ni rastro de teatinos en Teatinos que nunca pisaron Málaga. Y si el barrio no se llama Jesuitas es porque cuando estos últimos fundaron su primer colegio en Málaga, en 1572, al ver los malagueños que iban vestidos como sacerdotes normales los confundieron con los teatinos, que eran curas con una regla en común pero que también vestían con la sotana normal y corriente.
Una historia ciertamente curiosa que, pese a su atractivo, sigue sin conocerse demasiado. La huerta de los jesuitas es la de los teatinos por una confusión de hace casi cuatro siglos y medio.
Nunca viene mal saber algo más de historia de su ciudad. Muchas gracias por la información.