Un punto marrón oscuro en mitad de nuestra vida

21 May

No es nada original recordar a Dante, que comienza su obra más famosa con los versos «A mitad del camino de nuestra vida», pero algo así sintió el autor de estas líneas cuando subía la tenaz cuesta de la calle Jerez Perchet, en Ciudad Jardín, de la que hablamos el pasado viernes.

Está uno, calcula de forma optimista, a mitad del camino de la vida y en mitad de Jerez Perchet se topó a mano derecha con una cuesta siniestra ( y eso que este adjetivo también significa a mano izquierda). Lo más llamativo de esta inesperada senda es que no consta en el callejero, no hay placa que identifique este camino en ascenso, jalonado de un número indecente de cacas de perro, que casi al coronarse deja atrás el cemento y se convierte en campo, aunque sea un campo minado.

No hay que ser Sherlock Holmes para intuir que en esta zona desfogan y hacen de cuerpo todos las mascotas de los alrededores y quién sabe si algún dueño con alguna urgencia. Porque ciertas partes de este pequeño cerro abandonado recuerdan a la selva de Borneo. Para comprobarlo, el autor de estas líneas trata de llegar al extremo izquierdo del cerro y lo hace a duras penas. Haría falta un machete para pasear con holgura, pero hay setos con espacio suficiente para resguardarse y de hecho en el suelo se ve un botellerío que nos da pistas de lo que pasa aquí cuando la gente se aburre.

Nada tendría de malo un cerro tupido en mitad del campo si no fuera porque se encuentra a la misma altura que la calle Jaime Serrano. De hecho, atravesada la espesura nos encontramos con un pequeño jardín casero, con el cartel de la asociación de vecinos Nuestra Señora de las Nieves. Estamos por tanto ante la calle que separa Los Cipreses de Las Nieves.

Dejada atrás la selva de Borneo (o vietnamita) el cerro se transforma en un descampado –de nuevo atiborrado de montículos sospechosos– que se utiliza de desolado aparcamiento.

A la derecha subsisten los restos de una edificación ajada, con aspecto de fortificación del Nuevo Mundo. En realidad, informa un vecino, estamos ante el antiguo depósito de agua de Las Nieves, ya sin uso.

El problema es cómo calificar este espacio. ¿Estamos ante una zona de esparcimiento?, ¿un aparcamiento?, ¿un pipi can?, ¿un punto negro urbanístico? Todo apunta a esto último. Forma parte de esos trozos de la ciudad que quedan a merced de lo caiga, y ya saben lo que suele caer por aquí. Más que un punto negro y visto lo depositado con tanta fruición por estos lares, habría que catalogarlo de punto marrón oscuro. Qué le vamos a hacer.

El Ayuntamiento, los vecinos o en su caso el feliz propietario de este terrizo asilvestrado lo tiene fácil para mejorar este olvidado rincón de Ciudad Jardín. Cuando peor es imposible se abre un enorme horizonte de posibilidades. Ánimo.

Feria del libro

En un contexto económico próspero, el Palmeral de las Sorpresas será el sitio más leído de la ciudad. A esperar.

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