Un joven Rafael Alberti recordaba en La arboleda perdida, la primera parte de sus memorias, sus escapadas a Málaga en plena juventud y su afición por ver sacar el copo en las playas del Este de la ciudad. En ese invierno también se hizo amigo de Luis Altolaguirre, hermano de «Manolito», entonces en el colegio del Palo.
Alberti se mostró, en general, mucho más afín a los marengos, a la gente humilde de la playa que a los «señoritos» de Málaga, que encontraba difíciles de aguantar.
Todo este mundo podrá patearse muy pronto y conocerse mejor en las playas del Palo. Como ya anunció este periódico la semana pasada, la Concejalía de Cultura ha recogido la propuesta de la asociación de vecinos del Palo y dedicará este viejo y estropeado paseo marítimo a la Generación del 27 instalando diez paneles de cerámica desde la playa del Deo (o del Chanquete) hasta el arroyo Jaboneros, además de erigir un sencillo monumento a Emilio Prados, el poeta que tanto tiempo pasó frente a estas aguas, enseñando a leer y a escribir a varios marengos.
Emilio Prados, afín de este rincón olvidado de Málaga y de la soledad imponente del Peñón del Cuervo, acudía muchas veces acompañado de sus amigos de la Generación del 27, ilusionados jóvenes que hacían sus pinitos literarios en la revista Litoral.
Moreno todo el año por sus constantes baños de mar, cuando en el exilio mexicano publicó la edición completa de sus poemas, dedicó el libro A Juan Matías, José Gabriel y Pedro de la Cruz, pescadores sin cielo, sin memoria, unos jóvenes a quienes enseño a leer y a escribir.
Hay que aplaudir que en estos tiempos de estrecheces innegables, Cultura haya dado el visto bueno a una solución imaginativa y relativamente barata, que dignifica este paseo marítimo que sin duda es el que en peores condiciones se encuentra de toda la ciudad.
Si a eso unimos la propuesta vecinal de que desaparezca la peligrosa carreterita interior paralela al paseo marítimo, nos encontraremos con un aire nuevo y un espacio mucho más seguro.Dos medidas que van a hacer mucho por este rincón de Málaga.
Pero colocar paneles de cerámica es también un riesgo. Confiemos en que el Ayuntamiento vaya solventando las posibles pintadas, pero eso no es obstáculo para que la Generación del 27 tenga un rincón realmente palpable en Málaga.
La paralís
Uno de los signos más evidentes de paralís administrativa en relación con el Campamento Benítez, ese espacio en el que se iba a instalar un boyante Museo del Transporte del que nunca más se supo, es que la entrada principal, la valla se encontraba hace unos días cubierta por la publicidad de una importante sala de alterne. El siguiente paso en la degradación de esta prometedora finca bien podría ser trasladar allí los macrobotellones, a la espera de que alguien se tome en serio este espacio y no siga pendiente de ocurrencias.