Como no podía ser de otra manera, el pasado sábado toda la atención de Málaga se centró en el Teatro Cervantes y en la clausura del Festival de Cine, que este año ha salido de su particular clausura exhibiéndose en el Muelle Uno, gesto que confirma la cinéfila intuición de que esta ciudad daba al mar, aunque el festival trascurriera, misteriosamente y hasta esta edición, tierra adentro.
La coincidencia quiso que este glamuroso evento coincidiera con otro mucho más modesto, celebrado en los restos del convento franciscano, transformado luego en el Conservatorio de Música María Cristina. Justo en la entrada, donde pueden verse esos espejos agrietados por el terremoto de 1884, hábilmente disimulados por las flores pintadas por José Nogales, se recogían las entradas para el festival benéfico de la Asociación Malagueña de Esclerosis Múltiple, que tendría lugar en el interior.
Un centenar de personas -entre los que no había ni rastro de políticos, con querencia como las polillas por fuentes potentes de luz, en este caso por los focos del festival– asistió a lo que en el fondo fue el homenaje a dos personas recientemente fallecidas, Marifé de Triana, de la que se escucharon sus más famosas coplas y en especial, el bailarín malagueño Pepe Gallego.
Pepe, la otra mitad del también bailarín Eusebio Valderrama, amigo del alma desde los años 40, falleció el pasado invierno a los 91 años, así que Eusebio decidió rendirle este emocionado homenaje.
Un gesto que vuelve a constatar la amistad fraternal de dos compañeros de escenario y de dificultades, la que tuvieron que lidiar por ser homosexuales en tiempos de Franco y que en el caso de Eusebio le supuso sendas estancias de 90 días en las cárceles de Málaga y Carabanchel.
Por eso, a esta emotiva despedida de Pepe no faltó el director Martín Costa, cámara en ristre. Nominado al Goya al mejor cortometraje en 2010 por La Tama, con el que ganó el premio Luis Buñuel, está terminando un documental sobre la represión de los homosexuales durante el Franquismo (su título provisional, Invertidos, la ley contra el deseo).
El realizador quiso incluir este adiós a Pepe Gallego porque Eusebio Valderrama es uno de los protagonistas del documental. Martín Costa, que en su día pasó dos días grabando con el bailarín malagueño y le acompañó a la calle que el Ayuntamiento le ha dedicado en el Real de la Feria, se muestra muy ilusionado y confía en que el documental, que se prevé apasionante, pueda tener la cobertura más amplia (Justo sería, por cierto, que pudiera verse algún día en el Festival de Málaga).
Un grupo de generosos artistas malagueños y ballets participaron en este tributo a los dos artistas desaparecidos. Y no faltó Eusebio Valderrama, que a sus 84 años, actuó en dos ocasiones, demostrando por qué pudo actuar en su juventud ante espectadores tan amantes del arte como Pablo Ruiz Picasso, Charles Chaplin o el sha de Persia. Fue una demostración de cariño y amistad que Pepe pudo seguir, estamos seguros, desde eso que en el teatro llaman el paraíso.