Nunca es tarde si la dicha es buena, pero hay que ver lo que tardan algunas buenas noticias en llegar.
En esta ciudad en la que tan poco pendientes estamos de los pequeños detalles, llama la atención, por ejemplo, el que en la verja principal de la Catedral se haya colocado, felizmente, el horario de visitas, así como en la entrada turística –también en la calle Molina Lario– para que los visitantes dejen de estar más perdidos que una cabra en un garaje (o que Jomeini en el Un, dos, tres, si prefieren la versión ochentera).
Con el Festival de Cine Español pasaba algo parecido, lo más obvio del mundo, lo que tanta gente echaba en falta nunca hacía su aparición. Málaga acoge desde hace 16 años este certamen pero, hasta la celebración de esta edición, lo mismo hubiera servido una ciudad del interior como Soria o Ciudad Real.
Durante los primeros 15 años, la ciudad de Málaga ha sido casi un convidado de piedra. El foco del festival era la placita del Teatro Cervantes, obviando algo tan anecdótico como que esta ciudad fuera la capital de la Costa del Sol y se encontrara frente al Mar de Alborán.
En estos tres lustros, los paseos marítimos y nuestras playas han sido un elemento prácticamente ignorado para la promoción de Málaga durante el Festival, algo que nunca se le ocurriría al Festival de Cannes, que tiene en su paseo marítimo la seña de identidad por excelencia.
A la aburrida y casi claustrofóbica elección de la placita del Cervantes (hubo un intento fallido en la playa de la Malagueta) había que añadir el engorro del paredón publicitario, el famoso photocall –tan desprestigiado a causa de la prensa rosa– que servía para ocultar por completo la ciudad organizadora por necesidades imperiosas de los patrocinadores.
Todo esto es ya, afortunadamente, agua pasada. Parece que los actuales organizadores del certamen se han sentado a pensar un poco y este es el resultado: los actores y directores tienen ya como escenario el Muelle Uno, la nueva zona del Puerto de Málaga y no una pared blanca con anuncios.
El pérfido photocall (con perdón por el palabro) ha pasado a un segundo plano y se ha adoptado un cubo publicitario mucho más discreto que ya no tapa, de forma inmerecida, nuestra ciudad.
El horizonte del Palmeral de las Sorpresas, el agua, los barcos y el Parque ofrecen una imagen menos impersonal de Málaga y el escenario a cielo abierto permite, pese a algunas nubes de estos días, promocionar nuestro clima, amén de que, animados por este enclave, nuestros actores y actrices pueden hacer más locuras ante las cámaras –algo que no ocurría tanto en el mencionado paredón, una suerte de fusilamientos (fotográficos) de Goya.
Tardó en llegar pero aquí está: la ciudad de Málaga hace su aparición en el Festival de Cine Español. Bienvenida y que dure.
Respuesta a un fan
En un chat con los lectores de La Opinión, el gran actor Eduard Fernández cuenta cómo firmó en una edición pasada del festival un autógrafo a un joven fan que, a continuación, le preguntó que quién era. El actor no lo dudó: «Soy Paco Martínez Soria».